tag:blogger.com,1999:blog-78788799309416429102024-03-26T23:35:28.810-07:00Palabros y otros misteriosRakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.comBlogger104125tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-52828177536862776302024-01-19T02:29:00.000-08:002024-03-14T03:05:16.502-07:00Una familia unida<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaxIWWmQI5PES5onU6cj2mHlaAEeFZ4KX3kMEiH7LpcgO4E0cHPBbe1s4Kqf9XmWRhEtOyBNr42fnAXe2gzoMBon24mOGM7w6AnhM15dRGQrAeDyy_YZXBXOvFj5YtKCQnbDQ9QEyhSCaB4s6FtOfDijMcI3j77Gf4aO93Cj7Q7eecOazKP_frRwQ0bcPo/s640/palau-beach-175138_640.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="424" data-original-width="640" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaxIWWmQI5PES5onU6cj2mHlaAEeFZ4KX3kMEiH7LpcgO4E0cHPBbe1s4Kqf9XmWRhEtOyBNr42fnAXe2gzoMBon24mOGM7w6AnhM15dRGQrAeDyy_YZXBXOvFj5YtKCQnbDQ9QEyhSCaB4s6FtOfDijMcI3j77Gf4aO93Cj7Q7eecOazKP_frRwQ0bcPo/w400-h265/palau-beach-175138_640.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Tras el naufragio pudimos sobrevivir en aquella pequeña isla tanto tiempo gracias a papá. Eso creemos todos, aunque es cierto que también resultó de gran ayuda que Luis, el mayor, supiera cómo encender un fuego; que mamá afilara con semejante empeño aquella piedra hasta lograr que cortara mejor que cualquier cuchillo jamonero; o que Marta demostrara esa sangre fría pese a ser la más pequeña y su favorita.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Sin embargo, antes de todo eso, fue a mí a quien le tocó el arduo papel de explicarle lo difícil que nos iba a ser continuar allí sin él.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times;"><b><i>Microrrelato finalista en el X Certamen de Microrrelatos del Ateneo de Mairena.</i></b></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-85279566052462400312024-01-08T04:00:00.000-08:002024-03-14T03:06:07.174-07:00Próximo destino<p> </p><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtKxAJn5N3m2lx6L88xou2692zFi8g_pCDWFx0_heu9oLbDpybsH5C6-4U_ot-ShZaqvl-9iIl507G69pMdRCqgHpNdqhGEXvJLYHxDbkI2I_Hgg1qiTItRuMcjTH6TuDum3cM8rFElYRXxRHueMWaOAgzAaBQNAj_ydbQoHnQyjZwzaumZ3PwdUK2ELDG/s704/bannerConcursoLiterario.png" imageanchor="1"><img border="0" data-original-height="704" data-original-width="665" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtKxAJn5N3m2lx6L88xou2692zFi8g_pCDWFx0_heu9oLbDpybsH5C6-4U_ot-ShZaqvl-9iIl507G69pMdRCqgHpNdqhGEXvJLYHxDbkI2I_Hgg1qiTItRuMcjTH6TuDum3cM8rFElYRXxRHueMWaOAgzAaBQNAj_ydbQoHnQyjZwzaumZ3PwdUK2ELDG/w378-h400/bannerConcursoLiterario.png" width="378" /></a></div><p align="center" class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center;"><br /></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Me despierto cuando mi cabeza golpea el cristal y tardo unos segundos en tomar conciencia de dónde me encuentro. Miro el reloj. Solo han pasado dos horas desde que dejé mi vida atrás. Parece mentira lo fácil que resulta que todo se venga abajo, en apenas un instante lo que creía estable y para siempre se ha desmoronado y lo único que puedo hacer ya es salir de entre los escombros. Si hace dos días alguien me hubiera dicho que ahora mismo estaría montada en un autobús, rumbo a la otra punta del país, no lo hubiera creído. Hasta hace nada llevaba una vida tranquila. No me gustan los imprevistos, me gusta tenerlo todo bajo control y, aunque me creía valiente, tal vez sea todo lo contrario, pues no estoy haciendo otra cosa que huir. Lejos, muy lejos.</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Miro a mi alrededor. El autobús está repleto de gente de todo tipo. Gente joven y no tan joven, un matrimonio con dos hijos ruidosos a los que intentan convencer de que llegaremos pronto a nuestro destino, una pareja de ancianos cogidos de la mano con la mirada perdida al frente, un señor de pelo cano enfrascado en la lectura de un periódico, dos adolescentes dormidas una sobre el hombro de la otra y, a mi lado, un chico joven con auriculares, al que agradezco su absoluto desinterés por mi. No creo que ahora fuera capaz de soportar a un compañero de viaje de esos que pretenden contar toda su vida a una completa desconocida, bastante tengo yo con intentar recomponer la mía.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Estoy segura de que ofrezco un aspecto penoso aquí sentada con esta horrible mochila sobre mis piernas y la cara desencajada. De haberlo sabido, anoche me hubiera lavado el pelo y ahora no tendría que llevarlo recogido de cualquier manera. Giro la cabeza hacia el cristal de la ventana y el reflejo que me devuelve confirma mis sospechas. Doy pena o más bien, me doy pena. Sé que no puedo permitirme estas flaquezas. Respiro hondo e intento recomponerme. Hago un esfuerzo titánico y esbozo una tímida sonrisa, aunque lo cierto es que me gustaría echarme a llorar, dejar que todos mis miedos y frustraciones salieran en forma de lágrimas, llorar como si no hubiera un mañana y, después, dejarme consolar y abrazar por el chico que se encuentra a mi lado o por la anciana sentada delante de mí. Cualquiera de ellos, no importa quién, tan solo alguien que me abrazara y me dijera que todo va a salir bien, que he tomado la decisión correcta y que siga hacia adelante. Como mi madre. Pobre mujer, si me viera ahora mismo se moriría, de no ser porque ya lo hizo hace muchos años. Ella sí que era valiente. Madre soltera a los diecisiete años, poco le importó hacer su vida a espaldas de todas las habladurías del pueblo. <i>Si no tuve ningún pudor para abrirme de piernas en aquel pajar, mucha menos vergüenza me da pasear mi bonito bombo.</i> Y así nací, rodeada de rumores y cuchicheos, que a mi madre nada le afectaban. Cómo la echo de menos. Pienso en ella cada día y no puedo evitar torturarme a cada momento por no haberle demostrado todo lo que la quería. Era una mujer valiente, sí, pero nada cariñosa. Para ella cualquier demostración de amor era un síntoma inequívoco de debilidad. Quiso hacerme fuerte e independiente, aunque no lo consiguió, más bien todo lo contrario. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">–Ahora vamos a parar veinte minutos –nos anuncia el conductor con una voz que muestra el más absoluto de los hastíos. No debe de ser el trabajo más divertido del mundo, pienso. Miles de horas frente al volante sin más quehacer que sumirse en sus propios pensamientos viaje tras viaje.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Me vendrá bien estirar las piernas y puede que un café con leche me ayude a ver las cosas con algo más de optimismo. Bajo del autobús y abro la bolsa: un paquete de pañuelos de papel, dos bragas, una camiseta arrugada, las llaves de casa (que tal vez ya nunca más vuelva a utilizar), un cepillo de dientes, un frasco de colonia casi vacío y, al fondo, la cartera. Tras tomarme el café me siento mejor y me dirijo al lavabo para intentar deshacerme de este aspecto de pobre mujer. Procuro peinarme lo mejor que puedo y después de lavarme la cara y terminar el frasco de colonia, empiezo a parecer una persona más o menos <i>normal</i>. Contra las ojeras no tengo nada que hacer de momento. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">El conductor está haciendo todo tipo de aspavientos, así que deduzco que tenemos que volver al autobús.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Demasiadas horas por delante, todavía. Intento acomodarme en el asiento pero no llego a conseguirlo del todo. Me parece increíble que mi compañero pueda permanecer en la misma postura durante todo el trayecto. Podría pensar que está muerto si no fuera porque si fijo la mirada en su pecho puedo notar el rítmico movimiento de su respiración. Yo, en cambio, no cojo postura y me incomoda pensar que tanto ajetreo a su lado pueda molestarle, pero él ni se inmuta. Seguro que es un consumado viajero y lleva a sus espaldas montones de kilómetros dentro de un autobús. Es algo que siempre me ha gustado hacer, lo de imaginar vidas ajenas, probablemente porque la mía siempre me ha resultado demasiado aburrida. Una sucesión de días idénticos que encadenados dan lugar a semanas enteras difíciles de distinguir unas de otras que, a su vez, forman meses y años tan iguales que asustan. Hasta que llega el día en el que todo salta por los aires y la vida se despedaza de tal forma, que incluso me atrevo a echar de menos esos monótonos días que conformaban mi tediosa existencia hasta ayer. El detonante fue una bofetada, que en el momento que la recibí juro que no me dolió, pero que su eco sigue resonando en mi cabeza. Parece que hayan pasado años desde entonces. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Conocí a Carlos en el instituto y enseguida me enamoré de él. Alto, moreno, terriblemente guapo y de actitud desafiante, parecía el amo del mundo. Nunca he conocido a nadie que pareciera tan seguro de todo. Cuando hablaba parecía dictar sentencia y emanaba una fuerza y una energía capaz de nublar todos mis sentidos a la vez. Me hechizó desde el primer instante y tuve la mala fortuna de cruzarme en su camino. Comenzamos a salir o eso creí yo porque mientras jugábamos a ser novios entre semana, él dedicaba los fines de semana a seducir a niñas pánfilas como yo. No le importó que descubriera su doble juego y se las arregló para hacerme creer que aquello era normal, me convenció de que yo era la más importante de todas, que el resto eran meros pasatiempos y que no debía ser tan estrecha, que eso era lo que se llevaba. Incluso me animó a conocer a otros chicos durante esos fines de semana en los que él desaparecía de mi vida, a sabiendas de que yo solo respiraba por y para él. De manera que cuando llegaba el viernes, al terminar las clases, me encerraba en casa y estudiaba durante horas con el único propósito de no pensar en él, en lo que estaría haciendo ni con quién. Era los lunes cuando el sol volvía a iluminar mi vida, cuando me reencontraba con él y mi vida seguía durante cinco días más.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Llegó el verano y tras sorprender a mi madre con aquel montón de sobresalientes, decidió que las dos nos habíamos ganado unas vacaciones. Iríamos a pasar un mes a la playa, a casa de una tía suya a la que yo ni tan siquiera conocía. Y fue aquella misma tarde de principios de junio cuando, no conforme con haberle entregado ya mi alma a Carlos, le entregué también mi cuerpo. Hicimos el amor por primera vez, de forma torpe y acelerada, por miedo a que mi madre se presentara en casa antes de lo normal y en aquella habitación pintada de rosa y plagada de muñecos de peluche, nos juramos amor eterno. Seguro que él, en ese momento, tenía los dedos cruzados.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Es curioso cómo la vida se empeña en mandarnos señales a cada momento, cómo el camino se llena de luminosos neones, de sirenas que alertan del peligro, de lo errónea que es la dirección que hemos tomado y, sin embargo, seguimos avanzando ciegos a tamaño despliegue de alertas. No supe ver los avisos y decidí que quería seguir al lado de aquel hombre que ya apuntaba maneras desde el minuto uno.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">De aquel mes en la playa apenas guardo recuerdos, ansiosa como estaba por que terminara cuanto antes. No disfruté lo más mínimo ya que mi cabeza estaba a cientos de kilómetros de distancia. Tal vez si hubiera sabido que pasarían tantos años antes de volver a pisar la arena de una playa, hubiera sido distinto. O tal vez no.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">La tía Regina resultó ser una adorable viuda a la que le dimos la vida durante aquellos días, sacándola de su rutina. Todas las mañanas bajábamos temprano a la playa donde permanecíamos hasta la hora de comer. Dábamos largos paseos y cuando más apretaba el calor nos refugiábamos bajo las sombrillas del chiringuito a beber cerveza fría. Por la tarde y tras una religiosa siesta, mamá y la tía Regina pasaban horas hablando de cosas mundanas y no tan mundanas. A mí me gustaba sentarme junto a ellas y escucharlas charlar hasta que la tía Regina dirigía su mirada hacia mí y me preguntaba si con lo alta y lo guapa que estaba no tenía novio. Ahí se acababa la tertulia para mí y, con cualquier excusa, me retiraba a mi cuarto a suspirar por mi lejano amor. Pasé todo el mes sin noticias de Carlos, ni una sola llamada, lo que no me impidió mandarle más de diez cartas contándole lo mucho que le extrañaba y las ganas que tenía de volver a hacer el amor con él. Me gustaba pensar que él estaría terriblemente triste, deseando mi vuelta y cuando mis pensamientos llegaban a la parte en la que buscaba una explicación lógica a la ausencia de sus llamadas, prefería encender la tele o enfrascarme en la lectura de cualquier novela, de las cientos que abarrotaban las habitaciones de aquella casa. Cualquier cosa, antes que aceptar la cruda realidad.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Para mi madre supuso un drama el término de aquellas vacaciones y la vuelta al trabajo. Prometió a tía Regina que volveríamos el próximo verano, sin imaginar que no llegarían ni siquiera a felicitarse las navidades. Fue un año de grandes pérdidas para mí. Perdí a mi madre, perdí mi virginidad, perdí mi inocencia y comencé a perder mi dignidad.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">El reencuentro con Carlos nada tuvo que ver con lo que había imaginado. Nada de correr a mi encuentro, para abrazarme y cogerme en volandas mientras gritaba a los cuatro vientos que yo era la mujer de su vida y que por nada del mundo volveríamos a separarnos. Más bien, todo lo contrario. Se mostró frío y distante y aunque me aseguró que me había echado de menos, no le creí. Llegué a sentir que mi vuelta le había molestado, que yo no suponía más que un estorbo para él, excepto cuando nos acostábamos. Ahí sí, ahí era mío y solo mío, y hubiera podido hacerle prometer lo que hubiera querido. Hoy me doy cuenta de que yo no me enamoré de él, sino de la proyección que de él hice en mi mente. Hubiera dado lo mismo que fuera él o cualquier otro, simplemente idealicé a un hombre que tenía su físico, pero nada más que ver con él. Y así, entre suspiro y suspiro de amor, empezó el que sería mi último año en el instituto. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Apenas llevábamos un mes de curso cuando una mañana el director irrumpió en clase y con una inusual amabilidad en él, me pidió que le acompañara fuera. Y allí, en medio de aquellos grises pasillos, en ese momento vacíos, me dijo que mi madre había muerto. No le creí, claro. Una vez más mi mente se empeñaba en seguir derroteros distintos a los de la realidad. Mi madre había salido de casa temprano, como cada día hacía, y volvería pasadas las nueve de la noche, hecha polvo, pero con fuerzas todavía para preparar la cena y la comida del día siguiente. Charlaríamos un rato y nos sentaríamos frente a la televisión, para que diez minutos más tarde, el ritmo de su respiración delatara que ya se había quedado dormida. No, aquel hombre no podía estar hablando de mi madre, era un error, seguro que se había confundido de clase y, ahora mismo, habría otra alumna ajena a todo, a la que, una vez subsanado el error, iban a darle la terrible noticia. Pero no fue así, no hubo ningún error y, por lo tanto, ninguna posibilidad de enmienda. El coche de mi madre, con ella dentro, acabó empotrado bajo un camión. Tardé mucho tiempo en perdonarla por dejarme sola, completamente sola, en aquel mundo de mierda. Pero la vida siguió y tuve que organizarme para continuar caminando. La tía Regina se empeñó en que me fuera a vivir con ella y, aunque en mi fuero interno sentía que aquella era la mejor opción para mí, decidí que me quedaría en aquella casa, que es lo que seguro hubiera querido mi madre.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Carlos se mostró más cercano en aquellos duros momentos, tanto que para cuando quise darme cuenta estábamos viviendo juntos. Encontré un empleo y entre mi sueldo, una pequeña ayuda estatal y lo que tía Regina me enviaba cada mes, salíamos adelante. Carlos siguió estudiando y viviendo de mí un año más hasta que terminó el instituto. Si soy sincera conmigo misma, he de admitir que era feliz entonces, que el hecho de que él estuviera a mi lado hacía que todas mis heridas sanaran. No lo sentí como un parásito, viviendo en mi casa, de mi dinero y de mi trabajo, sino que desde mi absoluta ceguera me veía como cualquier otro matrimonio, feliz al lado de mi hombre. Pasaron así varios meses hasta que Carlos encontró un trabajo a media jornada como camarero y, aunque al principio acogí la noticia con gran alegría, pronto me di cuenta de que aquello no fue sino el principio del fin, si es que alguna vez hubo algo. En realidad creo que fui la única que tiró del carro en nuestra relación, él más bien parecía dejarse llevar en todo momento, se encontraba cómodo siendo el centro de todas mis atenciones. En el momento en el que empezó a trabajar apenas nos veíamos, puesto que yo pasaba prácticamente toda la jornada fuera de casa y él regresaba pasada la medianoche. El abismo entre nosotros se iba haciendo más y más insalvable. Sin embargo, es ahora cuando me doy cuenta de que hubiera sido preferible continuar viviendo inmersa en esa indiferencia, antes que pasar por lo que todavía estaba por llegar. Recuerdo que era lunes. Esperé despierta hasta pasadas las dos de la madrugada a que él llegara para darle la noticia: estaba embarazada. Nunca conseguiré borrar de mi mente la cara que puso al decírselo. Su rostro, lívido, se contrajo dibujando una mueca de auténtico espanto, al tiempo que sus ojos inyectados en sangre me fulminaron en un instante. Apestaba a alcohol. Ni una sola palabra salió de su boca. Se dio la vuelta y salió por donde había entrado, dejándome sola una vez más. Dos días tardó en volver a casa y cuando lo hizo fue para anunciarme que tenía que elegir: o nuestro hijo o nuestra relación. Él no era capaz de ocuparse de una criatura, no quería ser padre y no iba a serlo de ninguna de las maneras. Lloré durante horas, le supliqué, pero no sirvió de nada. Él permanecía impasible, como lo había estado durante todos estos años, incapaz de mostrar ni un ápice de sensibilidad, haciéndome dudar de si lo que corría por sus venas era sangre. No pude más. Estallé. Le dije que se fuera de aquella casa y su respuesta fue una bofetada. Sentí cómo el mundo se paraba cuando su mano aterrizó en mi cara y cómo mi interior terminaba de resquebrajarse con aquel golpe. Muerta de miedo me encerré en el baño, hasta que escuché cómo él salía de casa. No lo dudé ni un segundo, cogí lo imprescindible y me fui. Parece que haya pasado una vida desde entonces y todo ha ocurrido esta misma mañana. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Intento dormir un poco, pero no lo consigo. Demasiada luz, demasiado ruido, demasiado dolor. Hace ya muchos años que realicé este mismo viaje en autobús junto a mi madre, hoy lo hago con mi futuro bebé. En aquella ocasión también dejaba atrás a Carlos, esta vez será para siempre.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Justo cuando el conductor nos anuncia que estamos llegando a nuestro destino, veo el mar al otro lado del cristal y por un instante me siento en paz. Atrás deben quedar los malos recuerdos y aquí, rodeada de completos desconocidos, me hago la promesa de alcanzar el próximo destino, volver a ser feliz. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><br /></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><b><i>Relato ganador del I Concurso Literario contra la Violencia de Género <a href="https://www.aytolardero.org/2023/11/21/anunciados-los-premiados-del-i-concurso-literario-contra-la-violencia-de-genero/" target="_blank">Lardero</a>.</i></b></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-28865781270225256122023-08-14T04:04:00.000-07:002023-08-14T04:04:21.744-07:00Una férrea educación<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihdM0DQKOSMYe4HjnTd2uBBGt6Sreijgj2CuiFmAXyk9D15DR8nrqbIFBpoPaaa4W7g1VRv1Pd_dPyjwijIDar3EqnFFZptH4Vm4RaozGL9WwHr8iRssklS1cHa8vHchVHM9Q6JfGIPQ8ctV8R90OeXQ-692s82HJQrFfY_R-P_ZruU0uP83C74BwYg8al/s1600/IMG_4798.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1279" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihdM0DQKOSMYe4HjnTd2uBBGt6Sreijgj2CuiFmAXyk9D15DR8nrqbIFBpoPaaa4W7g1VRv1Pd_dPyjwijIDar3EqnFFZptH4Vm4RaozGL9WwHr8iRssklS1cHa8vHchVHM9Q6JfGIPQ8ctV8R90OeXQ-692s82HJQrFfY_R-P_ZruU0uP83C74BwYg8al/w320-h400/IMG_4798.JPG" width="320" /></a></div><span style="text-align: justify;"><p style="font-family: "Times New Roman", serif;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><br /></span></p></span><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">«Blanco o negro, vivir o morir...; se trata de tomar decisiones y actuar», gritaba mi padre furioso cada vez que me veía dudar.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; text-indent: 35.4pt;"><span> </span>Los baños diarios en el mar, incluso durante el invierno, o la prohibición de mostrar mis sentimientos, ni siquiera durante el funeral de mamá, formaban también parte de su empeño en convertirme en un hombre de verdad, útil para este mundo. Así es que estoy seguro de que se sintió realmente orgulloso de mí cuando permanecí sentado en la arena, impasible ante sus súplicas, mientras se ahogaba aquella fría tarde del mes de abril.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><b><i>Microrrelato seleccionado para su publicación en la antología </i>100 palabras para un mundo</b> <b><i>de El Libro Feroz Ediciones</i>.</b></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-50641719966101745212023-07-30T03:40:00.004-07:002023-10-22T04:15:30.552-07:00Silencio<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiNjpFP3PnY06HNGY3sNZRK22qOHZBQ4pG-QtmxGn__VspJDgpXDwT-1AY1ibzQhnaMd53Wg5WW5XYkggv-SYCZl6CdoI2bePULbegVM00XboVwZEE8FQjFw-yHF5lF3a6acbE7fbh1VXlSE1iT0vRslvCDe1GNHCbuL2tG65Zn9Jtixq2gNP2HYwgUjiN/s1170/photo-1542354642-233af003db87.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="780" data-original-width="1170" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiNjpFP3PnY06HNGY3sNZRK22qOHZBQ4pG-QtmxGn__VspJDgpXDwT-1AY1ibzQhnaMd53Wg5WW5XYkggv-SYCZl6CdoI2bePULbegVM00XboVwZEE8FQjFw-yHF5lF3a6acbE7fbh1VXlSE1iT0vRslvCDe1GNHCbuL2tG65Zn9Jtixq2gNP2HYwgUjiN/w400-h266/photo-1542354642-233af003db87.jpeg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">«Ya estoy aquí», grita una noche más al llegar a casa. Lo hace con la esperanza de recibir una respuesta que le demuestre que su mujer ya ha olvidado la última pelea. Ella es demasiado cabezona y eso, la mayoría de las veces, a él le hace perder los nervios. Que luego a todas se les llena la boca con la tontería esa de la igualdad, pero ya le gustaría a él quedarse en casa y que fuera ella la que saliera a partirse el lomo cada día. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: arial;">Hoy parece que tampoco se va a dignar a contestar, así es que va hasta el dormitorio, se asoma y comprueba que sigue inmóvil sobre la cama, en esa postura imposible para cualquier cuerpo. Le repite que ha llegado y, ante su obstinado silencio, enseguida cierra la puerta porque tras cuatro días el olor ahí adentro comienza a ser realmente insoportable.</span><span style="font-family: Times New Roman, serif;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: arial;"><b><i>Seleccionado para su publicación en la antología del II Certamen de Microrrelatos Feministas de la Universidad de La Rioja.</i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"> </span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-43094706223868374022023-05-19T08:06:00.000-07:002023-05-26T03:20:19.744-07:00Caído del cielo<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNzq-8qoUV39Gd8e6XF3sMrweX1HGC7s_JVnp96_5ok8bWcpxA9N2EZ0YskJ3YwfRXEgrHt1XHN1wOqu8z4Zbl_7NqlXGRKpfFnl9GAzKIRV6bhX9kOIWIe0WCaPJhtwEMTdzAMJdeMnvUbVArs3rr93jPAlKdaHvoEMiqAkMTVxTOfh8gVN1UNjegxA/s720/architecture-7947724_960_720.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="480" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNzq-8qoUV39Gd8e6XF3sMrweX1HGC7s_JVnp96_5ok8bWcpxA9N2EZ0YskJ3YwfRXEgrHt1XHN1wOqu8z4Zbl_7NqlXGRKpfFnl9GAzKIRV6bhX9kOIWIe0WCaPJhtwEMTdzAMJdeMnvUbVArs3rr93jPAlKdaHvoEMiqAkMTVxTOfh8gVN1UNjegxA/w266-h400/architecture-7947724_960_720.jpg" width="266" /></a></div><p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: center;"><b><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><br /></span></b></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: center;"><b><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">I<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Suena el teléfono por tercera vez. El hombre se resiste a salir de la cama en la que lleva tumbado los últimos días. Su piel y las sábanas arrugadas bajo las que se esconde del mundo comienzan a rezumar el mismo hedor. La habitación permanece a oscuras, la persiana bajada y la puerta cerrada no le permiten adivinar si es de día o de noche.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">El teléfono vuelve a sonar. Hace un esfuerzo titánico para levantarse y arrastra los pies a lo largo del pasillo hasta alcanzar el aparato. El resto de la casa permanece también en penumbra, está anocheciendo. Por fin descuelga. Al otro lado su madre se muestra preocupada por él. Sabe que lo está pasando mal, pero eso no le da derecho a desaparecer, a no dar señales durante días, a olvidarse de ella, a hacer como si el resto del mundo no existiera, le recrimina.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Vendrás a cenar, le ordena.<i><o:p></o:p></i></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">El hombre camina despacio, con la mirada ausente, como un autómata. Justo antes de llegar al portal de la casa de sus padres escucha cómo alguien lo llama por su nombre desde el otro lado de la calle. No se da la vuelta. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Sube hasta el sexto piso donde su madre lo recibe con un interminable sermón acerca de su desastrado aspecto y la terrible angustia en la que ella vive gracias a él. Cuando coge aire para proseguir con su agónico discurso, el hombre se excusa.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Mamá, voy a dejar el abrigo en la habitación, le dice. La mira por un momento a los ojos y la besa en la mejilla.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Está bien, voy a preparar la mesa.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">El hombre se dirige a su antigua habitación, cierra la puerta, abre la ventana y se lanza al vacío.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"> </span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: center;"><b><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">II<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Suena el teléfono por tercera vez. Me resisto a salir de la cama en la que llevo tumbado los últimos días. Mi piel y las sábanas arrugadas bajo las que me escondo del mundo comienzan a rezumar el mismo hedor. La habitación permanece a oscuras, la persiana bajada y la puerta cerrada no me permiten adivinar si es de día o de noche.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">El teléfono vuelve a sonar. Hago un esfuerzo titánico para levantarme y arrastro los pies a lo largo del pasillo hasta alcanzar el aparato. El resto de la casa permanece también en penumbra, está anocheciendo. Por fin descuelgo. Al otro lado mi madre se muestra preocupada por mí. Sabe que lo estoy pasando mal, pero eso no me da derecho a desaparecer, a no dar señales durante días, a olvidarme de ella, a hacer como si el resto del mundo no existiera, me recrimina.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Vendrás a cenar, me ordena.<i><o:p></o:p></i></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Camino despacio, con la mirada ausente, como un autómata. Justo antes de llegar al portal de la casa de mis padres escucho cómo alguien me llama por mi nombre desde el otro lado de la calle. Me giro y descubro a Olivia, la mujer con la que coincidí durante mi último internamiento y a la que le tengo un cariño especial. Me alegra ver que ella tiene buen aspecto. Olivia no puede decir lo mismo de mí. Nos reímos, nos abrazamos y prometemos volver a vernos pronto.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><b><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"> </span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><b><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"> </span></b></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: center;"><b><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">III<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Está anocheciendo y Olivia se dirige apresurada a casa. Hoy la consulta con el psiquiatra se ha alargado un poco más que de costumbre, pero está contenta. El médico le ha dicho que está haciendo grandes progresos e incluso ha conseguido que le reduzca la medicación. No todos los días son tan gratificantes como el de hoy, todavía hay de los <i>otros</i>, pero poco a poco empieza a creer que es capaz de salir adelante.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Cuando va a cruzar la calle Olivia reconoce en la acera de enfrente a Nicolás, un <i>compañero</i>, del que hace varios meses que no sabe nada. Grita emocionada su nombre y él se vuelve. Olivia cruza la calle y siente una punzada en el estómago al ver su aspecto. Está demacrado, ha perdido mucho peso y al mirarlo a los ojos entiende que está rozando, otra vez, el abismo. La alegría de encontrarse con él se empaña por un instante, pero ella le sonríe y lo abraza todo lo fuerte que puede. Se despiden no sin antes prometer que volverán a verse pronto.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Cuando apenas los separan cinco metros Olivia se gira de nuevo y como si se tratara de una de sus antiguas pesadillas, ante su incrédula mirada, Nicolás es aplastado por el cuerpo de un hombre idéntico a él caído del cielo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><b><i style="font-family: "Times New Roman", serif;">Relato ganador del Concurso Literario Manuel Rivas de la <a href="https://www.facebook.com/irmandadegalegarubi" target="_blank">Irmandade </a></i><span style="font-family: Times New Roman, serif;"><i><a href="https://www.facebook.com/irmandadegalegarubi" target="_blank">Galega de Rubí</a> en la modalidad de castellano.</i></span></b></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-77430343873051029772023-04-25T04:21:00.001-07:002023-04-25T04:24:05.313-07:00Amor animal<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3brC0m4Vufv5zmuWMDS0VLkQFHgZl4sZXsaceDRuEMIuTqb8Zg9leWMe_L7lghjc5O0S1rkzwJ62c7YxVs6VCV_agGHlSW6--SWjRjYEKdzTcu0Rxv4_q_3cFTOsDFOBV-1CtiPFW8lY7aFVNRnnLMleaeG50NSrWgAgYAvaMU0Vrl0bYPIRZpf2ICw/s640/wolf-647528_640.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="359" data-original-width="640" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3brC0m4Vufv5zmuWMDS0VLkQFHgZl4sZXsaceDRuEMIuTqb8Zg9leWMe_L7lghjc5O0S1rkzwJ62c7YxVs6VCV_agGHlSW6--SWjRjYEKdzTcu0Rxv4_q_3cFTOsDFOBV-1CtiPFW8lY7aFVNRnnLMleaeG50NSrWgAgYAvaMU0Vrl0bYPIRZpf2ICw/w400-h225/wolf-647528_640.jpg" width="400" /></a></div><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif">Ronroneamos y lamemos nuestros pelajes cariñosamente </span><span face="Arial, sans-serif">hasta que aquellos instintos que creíamos ya olvidados se van despertando. Poco a poco, mientras frotamos cada vez con más fiereza los hocicos, nuestro propio olor nos permite reconocernos. Es entonces cuando las caricias se vuelven rudas y las dentelladas violentas, dando paso a un sexo salvaje y animal.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif">A la mañana siguiente, tras despertar espalda contra espalda, cada uno se cura sus propias heridas y volvemos a sumergirnos en los tediosos quehaceres diarios, sin apenas reparar el uno en el otro, hasta la próxima luna llena.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif"><b><i>Microrrelato ganador en la final semanal (semana 23) de la XVI Edición de Relatos en Cadena de Cadena SER y Escuela de Escritores.</i></b></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-61156438530072016842023-04-23T10:48:00.004-07:002023-04-23T10:51:21.265-07:00El gran truco final<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgh7NepPOCD7GtbZ1ERRwQjXj6Xj5CEyS8nbNnCsfWhwC3fsZQTw8BfLnLYJ6IsTPY-GtydYiNUQSYKOScUxATA1p1v4DegnAL4Cz6z0qA-qIe1TavWLTspKwCdv2Sq9rTxfOz5Tj2EuU_sjdZN4G95_o7yqMd9LNMc-vDl3ncs8HcmbhW1FWiTZbknlw/s612/istockphoto-480569911-612x612.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="408" data-original-width="612" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgh7NepPOCD7GtbZ1ERRwQjXj6Xj5CEyS8nbNnCsfWhwC3fsZQTw8BfLnLYJ6IsTPY-GtydYiNUQSYKOScUxATA1p1v4DegnAL4Cz6z0qA-qIe1TavWLTspKwCdv2Sq9rTxfOz5Tj2EuU_sjdZN4G95_o7yqMd9LNMc-vDl3ncs8HcmbhW1FWiTZbknlw/w400-h266/istockphoto-480569911-612x612.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 11pt; line-height: 22px; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt; line-height: 24px;">El mago esperaba con paciencia escondido dentro de aquel sombrero de copa, un poco estrecho y bastante oscuro. Cuando, con una enorme destreza, aquel conejo blanco lo sacó de allí agarrado por su frondoso bigote negro, el público les dedicó una fervorosa ovación.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 11pt; line-height: 22px; margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;"><b style="font-family: verdana, sans-serif; text-indent: 35.4pt;"><i>Microrrelato presentado al IX Certamen de Relatos YK Accesorios.</i></b></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-1508087535193681552023-02-10T02:10:00.016-08:002023-02-10T02:17:08.938-08:00Una luz en el cielo<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqo0bI3BZzlrGukB30ii12e2oXb_MitCiApeEUpSkJoX1GqBgwKfi5yEVqXJw4HhyFb7gRnQ0QV6Zmf3UyMzQqxrMm1_uXUnltDitSsYZiXcTzA3r-TGkaIVmcK75mHXIVWWSsWcbpFYFHG5IPeAbvO85PKEqgVF79ryVOJ_ptpr0bA_LYj-FjioDT9g/s612/istockphoto-1142810531-612x612.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="408" data-original-width="612" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqo0bI3BZzlrGukB30ii12e2oXb_MitCiApeEUpSkJoX1GqBgwKfi5yEVqXJw4HhyFb7gRnQ0QV6Zmf3UyMzQqxrMm1_uXUnltDitSsYZiXcTzA3r-TGkaIVmcK75mHXIVWWSsWcbpFYFHG5IPeAbvO85PKEqgVF79ryVOJ_ptpr0bA_LYj-FjioDT9g/w400-h266/istockphoto-1142810531-612x612.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Nos quedamos a dormir afuera por si la volvíamos a ver sobrevolando nuestro jardín. Mi marido creía de verdad que lo que habíamos avistado un par de días atrás no era una simple estrella fugaz. Estaba obsesionado con los extraterrestres y sus naves espaciales, por eso se pasaba las noches con la mirada perdida en el cielo. Los niños y yo nos partíamos de risa y a escondidas nos burlábamos de él.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: helvetica;">Aquella noche, entró en casa un momento para coger una cerveza. Cuando volvió me encontró muda, no supe cómo explicarle que al final él tenía razón y que, antes de abducir a los pequeños, prometieron volver a por nosotros lo más pronto posible.</span><span style="font-family: Garamond, serif;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: helvetica;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: helvetica;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: georgia;"><b><i>Microrrelato mencionado por el jurado del X Concurso de Microrrelatos «Realidad ilusoria».</i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: georgia;"><b><i>Los relatos premiados y seleccionados pueden leerse <a href="https://page-realidadilusoria.blogspot.com/2023/02/finalizado-el-plazo-de-recepcion-de-los_5.html?lr=1" target="_blank">aquí</a>.</i></b></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-30335597686057605852023-02-02T01:54:00.000-08:002023-02-02T01:54:33.870-08:00Ronquidos<p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgldzsWrNXfTHLWgHXomkqjg_G5wUnTDLM9cMr5z5pL2364ZXjdWwbS9vEe-bCWPHfB-X5z86qEnGu4T1dXJTMKoc9UeDnP5U2_eo-vlEBXRJ9ITwRlBeA7YPka2E3s8nETbFWZDZO90qyc56F3LVnSg5fqEMSlW_dEQZlODPK3_6Yx9cXusGuAu2Zkzw/s612/istockphoto-1156955069-612x612.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="521" data-original-width="612" height="340" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgldzsWrNXfTHLWgHXomkqjg_G5wUnTDLM9cMr5z5pL2364ZXjdWwbS9vEe-bCWPHfB-X5z86qEnGu4T1dXJTMKoc9UeDnP5U2_eo-vlEBXRJ9ITwRlBeA7YPka2E3s8nETbFWZDZO90qyc56F3LVnSg5fqEMSlW_dEQZlODPK3_6Yx9cXusGuAu2Zkzw/w400-h340/istockphoto-1156955069-612x612.jpg" width="400" /></a></div><span face="Arial, sans-serif"><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif"><br /></span></p></span><p style="text-align: left;"><span face="Arial, sans-serif">A sus sesenta años no había cometido la frivolidad de llegar ni hasta las tres horas de sueño continuo. Es por esto que intentaba descansar durante el día, incapaz de hacerlo por la noche debido a los terribles ronquidos de su marido, esos gruñidos espeluznantes más propios de cualquier bestia salvaje que de un hombre civilizado. Empezaban como leves soplidos que poco a poco iban ganando fuerza y volumen hasta hacerse insoportables. Nada conseguía acallarlos, ni los chasquidos con la lengua ni los codazos en las costillas. Nada. Y aunque siempre había sido así, ella jamás se acostumbró a semejante tortura. Mucho menos desde que cada noche los empieza a escuchar, sin excepción, a las dos de la madrugada: la hora exacta en la que hace cuatro meses enviudó.</span></p><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><b style="font-family: helvetica;"><i><br /></i></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><br /></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-67731503296801644012023-01-19T10:08:00.000-08:002023-01-19T10:08:18.826-08:00Frases hechas<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDKcM6oXNkNf2IZKjkZJYtY4JeQt4U2Bw9g9NWHyJNmrr9k10vSWaX2cCImyaeJYKOINyRhDLTAJ4_wU7lXPgMEBFKk36vaBVPrOoa6se0LcuaC3avmTWtbZCsPS3Zzp6ts4W_qYYcKKqpOrvOynFkfduziOUfjuV9DLegdL8W3LUr2dz64R1cgB4OVg/s612/istockphoto-1197163853-612x612.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="408" data-original-width="612" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDKcM6oXNkNf2IZKjkZJYtY4JeQt4U2Bw9g9NWHyJNmrr9k10vSWaX2cCImyaeJYKOINyRhDLTAJ4_wU7lXPgMEBFKk36vaBVPrOoa6se0LcuaC3avmTWtbZCsPS3Zzp6ts4W_qYYcKKqpOrvOynFkfduziOUfjuV9DLegdL8W3LUr2dz64R1cgB4OVg/w400-h266/istockphoto-1197163853-612x612.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Siempre me has asegurado que tu amor es inmenso como este edificio e infinito como el universo, que me quieres tanto que morirías por mí. Se te llena la boca proclamando a los cuatro vientos que eres un hombre que siempre cumple sus promesas y que jamás me defraudarás. Pues bien, Julián, yo te digo que las palabras se las lleva el viento y que, en realidad, el movimiento se demuestra andando, así que haz el favor ahora mismo de vestirte y de salir por esa ventana; mi marido hace tiempo que anda con la mosca detrás de la oreja y el portero acaba de avisarme de que en este momento está subiendo por el ascensor.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: medium;"><i>Microrrelato seleccionado para su publicación en la antología del IV Concurso Literario Camp del Turia.</i></span></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-40152550992300709832022-07-25T08:05:00.001-07:002022-07-25T08:07:10.871-07:00Devotos<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEAihSPjwZtwv3GsmdLQG6IIRnJYadaknFTz655qOuHgHyeTtnDR0kGEBT3B6hycY5OHrkAm8EY2lnpWtTJIKJ9olFfA2xE6NNbOKw3ZzklObQcMvAerN7yL2NC_vneZ83AuMd41yaB1xgYc6i1cWGS8e8KkxzFVABQU0NL3PLXgs6kqqOW7taYAhFYw/s450/46401627-manos-de-rogacio%CC%81n-con-rosay-en-fondo-negro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="450" data-original-width="274" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEAihSPjwZtwv3GsmdLQG6IIRnJYadaknFTz655qOuHgHyeTtnDR0kGEBT3B6hycY5OHrkAm8EY2lnpWtTJIKJ9olFfA2xE6NNbOKw3ZzklObQcMvAerN7yL2NC_vneZ83AuMd41yaB1xgYc6i1cWGS8e8KkxzFVABQU0NL3PLXgs6kqqOW7taYAhFYw/w244-h400/46401627-manos-de-rogacio%CC%81n-con-rosay-en-fondo-negro.jpg" width="244" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Hemos decidido encargarnos de él como si se tratara de nuestro propio hijo porque, en realidad, somos buena gente. Dios no tuvo a bien darnos descendencia, así que estoy segura de que mandó a este joven pecador hasta nuestro hogar para que pudiéramos cuidarlo y darle una correcta educación. A veces hasta le ponemos algo de comer. Por la noche le curamos las heridas que nuestros castigos le causan durante el día, y es que él no termina de adaptarse a su nueva familia. Nos turnamos para leerle pasajes bíblicos, incluso rezamos con él, pero el maldito desagradecido no deja de suplicar que lo soltemos ya. Nos jura que no volverá a colarse en ninguna casa, que no robará jamás, ni siquiera un triste mendrugo de pan y que, a partir de ahora, acudirá a la iglesia de forma regular. Casi nos convence, pero por si solo fueran vanas promesas, hemos decidido acogerlo durante algunas semanas más.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><b><i>Finalista del X Premio de Microrrelatos Manuel J. Peláez.</i></b></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-55388964994446844532022-07-25T07:50:00.000-07:002022-07-25T07:50:45.538-07:00Preadolescente<p> </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQ1mOW_eCof_GCpt5GzBI6XJiTsSDF2uujpmSVKq0fEW5vXJPqQuKSEQK8kNdwY8hQAHkzuwf_VlJ3yj_1AVqShJHTi7QPjKpx_u6JQXiaBXCYJXI7XsU4_xxja3ZFJuxQ0e6QZT6OSWbHom1ETHQ1KvscnBNH_rrJWFu2SqZfReuNiveiOUJGi2w7pQ/s910/girl-back-beautiful-woman-elegance-pretty-beauty.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="647" data-original-width="910" height="285" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQ1mOW_eCof_GCpt5GzBI6XJiTsSDF2uujpmSVKq0fEW5vXJPqQuKSEQK8kNdwY8hQAHkzuwf_VlJ3yj_1AVqShJHTi7QPjKpx_u6JQXiaBXCYJXI7XsU4_xxja3ZFJuxQ0e6QZT6OSWbHom1ETHQ1KvscnBNH_rrJWFu2SqZfReuNiveiOUJGi2w7pQ/w400-h285/girl-back-beautiful-woman-elegance-pretty-beauty.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: times;">*Imagen tomada de internet*</span></td></tr></tbody></table><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: times;">La niña, tirada en la hierba, suplica apelando a sus diez años de amistad. Sentada a horcajadas sobre ella, la joven, con una asombrosa fuerza del carajo, aprieta su cuello hasta que deja de respirar. «Jamás te olvidaré», le susurra entonces al ya cadáver de su pequeña amiga invisible.</span><span face="Arial, sans-serif"><o:p></o:p></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-68737035648288450952022-04-28T01:00:00.005-07:002022-04-28T01:03:06.334-07:00Un fallo en el sistema<p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCEi7fKOPj3V1UdhIFcfYbqlz8YzGtuc4h1piw7Yw3X65oAVW7b6cwKeeMzxCJMpWp8BAsOiJZRKZ2efAy5IF-DlhHAJ8W6xsEphLe6D66HEWwGm-B3IT_6vA6wQE9PK5eFes-ZUB8IG7wwO1dISYJn-fFbeOq-EdCnzb-yEdSAhpU_5CvEf_PcNFnEg/s320/320px-El_A%CC%81ngel_Cai%CC%81do_(Alexandre_Cabanel).jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="227" data-original-width="320" height="284" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCEi7fKOPj3V1UdhIFcfYbqlz8YzGtuc4h1piw7Yw3X65oAVW7b6cwKeeMzxCJMpWp8BAsOiJZRKZ2efAy5IF-DlhHAJ8W6xsEphLe6D66HEWwGm-B3IT_6vA6wQE9PK5eFes-ZUB8IG7wwO1dISYJn-fFbeOq-EdCnzb-yEdSAhpU_5CvEf_PcNFnEg/w400-h284/320px-El_A%CC%81ngel_Cai%CC%81do_(Alexandre_Cabanel).jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">*Detalle de <i>El ángel caído</i> de Alexandre Cabanel*</td></tr></tbody></table><br /> <p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">Me extrañó mucho que me enviaran allí sin comprobar antes mi historial, pero es cierto que mi aspecto angelical siempre me había ayudado a parecer lo que no era. Tal y como había imaginado antes de morir, el cielo era un lugar esponjoso, tranquilo y sumido en una irritante claridad. Los rubicundos seres que lo poblaban pasaban el tiempo tocando arpas, liras y laudes, desafiando a los nervios más templados. Supe que sería imposible aguantar toda la eternidad en semejantes condiciones, así es que tuve que intervenir. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">No me costó hacerme con la confianza de un pequeño grupo para sacar a sus miembros de tan tediosa rutina. Al primer divertimento que nos entregamos con un inusitado fervor fue al de orinar asomados a nuestras nubes en los días de lluvia. Se morían de la risa imaginando a los todavía vivos recibiendo aquellas gotas con la cara vuelta hacia arriba. Enseguida se cansaron y reclamaron algo más de sofisticación en nuestros pasatiempos. Les recordé palabras malsonantes que no tardaron en reproducir como machaconas letanías, cortamos los rizos de los querubines a los que primero alcanzaba el sueño, destrozamos nubes, robamos instrumentos musicales y mentimos acerca de quién había sido el responsable, señalamos a inocentes y nos regodeamos en nuestras mentiras como cerdos en el fango. Pero todo se volvió insuficiente y tuvimos que ir un poco más allá. En cierta ocasión esperamos a que Azazel se durmiera para rodearlo y mientras ellos lo sujetaban, saqué un mechero de mi bolsillo —nadie me registró el día que llegué— y le prendí fuego a sus dos alas. Cuando mis nuevos amigos levantaron al pequeño ángel y lo lanzaron cielo abajo, supe que definitivamente el juego se nos había ido de las manos.<o:p></o:p></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-41265349325775746292022-03-30T03:46:00.004-07:002022-04-15T03:38:32.525-07:00Cuestión de supervivencia<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZXgzJL8JgcqOLPPivYbhqx-lkMGzNgKW_kkNDqGr4IsHHwZyAbP0xnVPB3vSv_k8jBacZLu-gSzzkRHpSnUxYMrvDMHpBOWz8bmc2qPuWCQ3v3fVGloSOGtfgQtNGGrFUYdU7l1dDtWnaKUm4QcO45ZBqtcq02w9zH4DIA4Pg819Lwoj2nUoHTguXMg/s1080/basta_logo_02-p3rh1756b39o18o6e4nc0uf8zr6x27gq3w0gh9we84.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="794" data-original-width="1080" height="294" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZXgzJL8JgcqOLPPivYbhqx-lkMGzNgKW_kkNDqGr4IsHHwZyAbP0xnVPB3vSv_k8jBacZLu-gSzzkRHpSnUxYMrvDMHpBOWz8bmc2qPuWCQ3v3fVGloSOGtfgQtNGGrFUYdU7l1dDtWnaKUm4QcO45ZBqtcq02w9zH4DIA4Pg819Lwoj2nUoHTguXMg/w400-h294/basta_logo_02-p3rh1756b39o18o6e4nc0uf8zr6x27gq3w0gh9we84.png" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">Cuando papá llega a casa pasadas las diez de la noche, la mayoría de las veces lo hace vociferando el nombre de mamá mientras se empieza a desabrochar el cinturón. Es en esos momentos de terror cuando debemos decidir cómo actuar. Mamá me suplica con la mirada que no me mueva, que no haga nada. Entonces yo procuro mirar para otro lado con el ojo derecho. El izquierdo, en cambio, me lo tapo con las dos manos, por instinto, pues se me olvida que desde una de aquellas terribles noches, detrás del parche, no hay más que un oscuro vacío.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><b><span style="font-family: inherit; font-size: medium;"><i>Microrrelato seleccionado para su publicación en la antología </i>¡Basta! + de 100 escritores y escritoras contra la violencia de género.</span></b></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-26329768092532740152022-03-30T03:33:00.003-07:002022-03-30T03:36:24.032-07:00Última hora<p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5qpym9psKnd8lwySSIG_-gt-i6GhY6oWvLowxJ7bRHty6sJyfNi4Z2fh1BZm6NhJiSqF7XSsObfwLY6ZF-sIJHYgNGSRqsh1nMD-Ar3NDSH1OqB_X4XLyTk7mH8nUOlFDFWmm0WanlMcvTE3IaEbjekFahEnMq71vGRQ38K4Ro8tHs-LBOG5hxTt1-A/s400/Juicio.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="398" data-original-width="400" height="318" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5qpym9psKnd8lwySSIG_-gt-i6GhY6oWvLowxJ7bRHty6sJyfNi4Z2fh1BZm6NhJiSqF7XSsObfwLY6ZF-sIJHYgNGSRqsh1nMD-Ar3NDSH1OqB_X4XLyTk7mH8nUOlFDFWmm0WanlMcvTE3IaEbjekFahEnMq71vGRQ38K4Ro8tHs-LBOG5hxTt1-A/s320/Juicio.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: center;"><span face="Arial, sans-serif"><b>La población estalla indignada ante un nuevo aplazamiento del Juicio Final</b><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><b><span face="Arial, sans-serif"> </span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif">Al parecer la causa sería la sobrecarga de trabajo a la que se han visto sometidos los empleados del juzgado en los últimos meses. «Nunca nos habíamos encontrado ante semejante situación. Millones de acusados han de sentarse en el banquillo y nosotros estamos desbordados. ¡Solo tenemos dos manos, por el amor de Dios!», se queja uno de los funcionarios.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif">Ante el anuncio de este hecho miles de muertos se han echado a las calles reclamando una solución. «Llevamos más de dos mil años esperando y ahora se ríen de nosotros. Solo reclamamos lo que se nos prometió. Queremos un juicio justo para que pueda producirse nuestra resurrección cuanto antes».<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif">El magistrado, Dios Todopoderoso, ha declarado su malestar por lo sucedido y lamenta no poder hacer honor a su nombre esta vez.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif">A todo este caos se suma el enfado de los equipos de limpieza de la ciudad a causa de la cantidad de vísceras y miembros en descomposición que se amontonan en los alrededores del juzgado, al que cada día se acercan los manifestantes muertos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif">La nueva fecha prevista para el juicio es el 25 de diciembre.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times;"><i>Microrrelato publicado en la antología </i>I Certamen periodístico de microrrelatos José Luis Balbín (Confluencias Editorial, 2021).</span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-55607358982770523572021-12-30T02:44:00.000-08:002021-12-30T02:44:26.627-08:00Ave salvaje<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjVa9bIWOLU5U771IRxLIwJvu5PbQmozLkCpp1uoG33_cFUrLw3mPpX5WrwTAYACJ3PwMQEAJJWSgv6og3AkB34hagmByVNGeKb1rItadcHIztXrviNUI09uHfN8xk0_90xl3F0OGLfKsjWwKi7PzogzDn5_iEcnRyg0ZbxYa0GoRD2tH5aQJEkzgTNBw=s357" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="141" data-original-width="357" height="158" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjVa9bIWOLU5U771IRxLIwJvu5PbQmozLkCpp1uoG33_cFUrLw3mPpX5WrwTAYACJ3PwMQEAJJWSgv6og3AkB34hagmByVNGeKb1rItadcHIztXrviNUI09uHfN8xk0_90xl3F0OGLfKsjWwKi7PzogzDn5_iEcnRyg0ZbxYa0GoRD2tH5aQJEkzgTNBw=w400-h158" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: helvetica;">Algunos días mamá quería volar, por eso a veces la encontrábamos subida al alfeizar de la ventana, batiendo sus brazos, dispuesta a dar el gran salto mortal. Es entonces cuando nos acercábamos muy despacio para no asustar a aquella ave salvaje y, una vez detrás, nos abalanzábamos sobre cada una de sus piernas. Mientras la sujetábamos todo lo fuerte que podíamos gritábamos para que papá viniese a ayudarnos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: helvetica;">Una vez sobre la alfombra de la habitación, todo eran abrazos, llantos, gritos y mocos. Ese mismo día mamá desaparecía durante una temporada y a nosotras nos invadía un alivio triste o una tristeza aliviada, que transitábamos en casa de los abuelos, ya que papá se sentía demasiado cansado para hacerse cargo de su dolor y de nosotras al mismo tiempo. No se lo reprochamos jamás. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: helvetica;">A mamá no podíamos verla durante esas temporadas en las que permanecía en el <i>taller de reparación</i>, como nos contaba papá cada noche por teléfono. Allí se encargaban de restaurar su salud mental y durante algún tiempo se le olvidaban sus ganas de volar. Entonces volvía a casa repleta de energía, aunque consumida por la culpa y nos pedía perdón mil y una veces, al tiempo que nos prometía que jamás volvería a pasar. Pero de nuevo ocurría.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: helvetica;">Una noche de primavera a mamá la raptó la melancolía y sentada en el suelo del baño se desbordó. Tanto lloró que consiguió con sus lágrimas llenar la bañera y entonces deseó ser sirena. Se sumergió en aquel micromar de agua salada e intentó descansar. Esa vez fue papá el que la encontró y la salvó un instante antes de convertirse en un recuerdo para siempre. Después desapareció más tiempo que de costumbre y tuvimos que aprender a convivir con su ausencia y con ese pizco en el estómago que amenazaba con no abandonarnos jamás.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: helvetica;">Algún tiempo después mamá volvió a casa y al verla nos abrazamos a sus piernas como tantas otras veces habíamos hecho, aunque entonces sí, sobre el suelo. Volvió a suplicar nuestro perdón, a jurar que no lo haría más, y vimos en el brillo de sus ojos que ella deseaba más que nadie que, por fin, eso se convirtiera en realidad.</span><span face="Arial, sans-serif"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif" lang="ES-TRAD"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif" lang="ES-TRAD"><b><i><br /></i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span face="Arial, sans-serif" lang="ES-TRAD"><b><i>Relato ganador del VIII Concurso de relatos cortos <a href="https://www.ateyavanacooperativa.es" target="_blank">A Teyavana</a> en memoria de Aurelio Argel.</i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif" lang="ES-TRAD"> </span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-73416397109226659572021-07-12T11:58:00.003-07:002021-08-01T12:45:46.732-07:00Puro veneno<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNNRBt4xaN5Uu9AsG3Ng2Tf3eW1EbxlGL3NnMTYQivnYFg-rMCIQ8jwe7_FM1k11fbVrPDlIpMsvMhjcp54tQRpy2ybOw-pDsqA1d8Ry0a9PcU1NsY6RoLWRtYOPvzPbwuxzct8aSyuLec/s650/el-verano-de-mi-vida.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="350" data-original-width="650" height="215" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNNRBt4xaN5Uu9AsG3Ng2Tf3eW1EbxlGL3NnMTYQivnYFg-rMCIQ8jwe7_FM1k11fbVrPDlIpMsvMhjcp54tQRpy2ybOw-pDsqA1d8Ry0a9PcU1NsY6RoLWRtYOPvzPbwuxzct8aSyuLec/w400-h215/el-verano-de-mi-vida.jpg" width="400" /></a></div><br /> <p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: arial; font-size: medium;">Mamá estaba hecha de historias y olía a papel impreso, pero desde hacía unos meses parecía no encontrarse demasiado bien. Fue durante el último verano que pasamos los tres juntos cuando nos dimos cuenta de que su amor por los libros se había descontrolado.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: arial; font-size: medium;">Al descubrir el estropicio que mamá había preparado en la cuenta corriente, papá me cogió de la mano y pasamos toda una calurosa tarde de agosto de librería en librería mostrando su foto para que no la dejaran entrar más. No me atreví a contarle que hacía ya un tiempo que mi hucha cada vez pesaba menos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: medium;">En esos días las peleas entre ellos se volvieron constantes. Él intentaba de mil maneras distintas que ella sacara su cara de entre las páginas y nos prestara algo de atención, pero nunca tuvo éxito. Así es que al final le dio a elegir, o ellos o nosotros. Salimos perdiendo. Una noche a principios de septiembre no volvió y al día siguiente papá se deshizo de todos los libros que invadían la casa, o eso creyó. Escondí uno porque el veneno ya anidaba dentro de mí, y desde entonces me es imposible dormir sin hundir antes la nariz dentro de él. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: arial; font-size: medium;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: arial; font-size: medium;"><b> <i>Este microrrelato ha resultado ganador del Concurso de relatos #elveranodemivida de <a href="https://www.zendalibros.com/actualidad/concursos/" target="_blank">Zenda</a>.</i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: arial;"> </span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-21904354328454158142021-04-25T10:55:00.000-07:002021-04-25T10:55:36.339-07:00Despedida<p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrFEyIjdol8OMtZIjNS3zw2Wlcms-ei3SkclZ0vg1chPWShYK2peK6dC5YwDl7WdXSC_Vd9bcDJl_73ezLySUamsNgpQYJo6U5wQg_eQTIu1S4pbmB_nRd-nSU6P6UZOs42jO7zGAPdqw5/s411/61n180qt8gL._AC_UX385_.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="411" data-original-width="385" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrFEyIjdol8OMtZIjNS3zw2Wlcms-ei3SkclZ0vg1chPWShYK2peK6dC5YwDl7WdXSC_Vd9bcDJl_73ezLySUamsNgpQYJo6U5wQg_eQTIu1S4pbmB_nRd-nSU6P6UZOs42jO7zGAPdqw5/w375-h400/61n180qt8gL._AC_UX385_.jpg" width="375" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Imagen tomada de internet</span></td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">La madre mira embelesada a su hijo vestido con el traje nuevo. Después de tantos meses en el hospital, todo el día en pijama, ahora resplandece como un ángel.<o:p></o:p></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Ella le besa por última vez y enseguida le indica al empleado que ya puede cerrar el pequeño ataúd blanco.</span><o:p></o:p></p></td></tr></tbody></table>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-44798928015213378772021-03-27T05:01:00.000-07:002022-07-25T08:08:05.275-07:00La cita<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrRIeS5QFyIUcP-TIk4gQZPgm_sYSGZot0CjXirT6O4jutxGCjADbSVH9QoE6HCjTQ2DBRfkJUFoWmKBYLT2nG7mWKd4ydRMe7WsiYvm0RJvmDkBtkyJdw7CXs7zUBtLCwQI5Y0qAkFbf_/s937/cropped-webbbbb.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="300" data-original-width="937" height="127" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrRIeS5QFyIUcP-TIk4gQZPgm_sYSGZot0CjXirT6O4jutxGCjADbSVH9QoE6HCjTQ2DBRfkJUFoWmKBYLT2nG7mWKd4ydRMe7WsiYvm0RJvmDkBtkyJdw7CXs7zUBtLCwQI5Y0qAkFbf_/w400-h127/cropped-webbbbb.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Garamond, serif;">Las sirenas de las ambulancias detonarán el silencio de su casa. Ella se despertará asustada. Observará a su alrededor y, tras unos segundos de desconcierto, recordará que se quedó dormida en el sofá. Mirará su reloj y descubrirá que ya no podrá llegar a tiempo a la cita. Hace más de media hora que tendría que haberse encontrado con él.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;">Se pondrá furiosa consigo misma y cuando se disponga a buscar su móvil entre los cojines, las imágenes del televisor captarán toda su atención. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;">Enseguida reconocerá la cafetería en la que han quedado. Verá cómo el cartel con el nombre del local cuelga ahora a lo largo de la fachada siguiendo un rítmico vaivén, como el de un cuerpo recién ahorcado. Mirará incrédula cómo han desaparecido los cristales que antes resguardaban la terraza, dejando al desnudo una estructura metálica retorcida de forma absurda, y aún le costará un momento reconocer que los bultos que yacen en el suelo, bajo los cristales, entre el amasijo de lo que antes fueron sillas y mesas, son cuerpos humanos, ensangrentados, desmembrados.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;">Ella ahogará un grito de horror entre sus manos, pero no podrá apartar la mirada de la pantalla durante las próximas horas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;">Tampoco subirá el volumen del televisor, se conformará con observar la repetición en bucle de las imágenes a lo largo de toda la noche. No querrá escuchar, solo mirar. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;">En algún momento se acordará de él y entonces se levantará del sofá para acercarse a la pantalla. Se arrodillará frente a ella e intentará descubrirlo entre los cuerpos desperdigados por el suelo. Por un instante creerá reconocerse a sí misma entre ellos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;">Su teléfono sonará una y otra vez, pero ella no va a contestar. Todavía no tendrá fuerzas para descolgar y responder que está bien, que ella está viva cuando en realidad debería estar muerta. No querrá explicar que su cuerpo tendría que estar tendido en el suelo de esa terraza junto a los demás, que la imagen de su cadáver tendría que estar siendo televisada. Y así, muerta, es como se sentirá durante mucho tiempo. No podrá acudir a los constantes homenajes a las víctimas que se harán en la ciudad, ni podrá depositar flores o velas en el lugar del atentado porque se sentirá culpable por estar viva.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;">Todo esto, sin embargo, no va a pasar hasta dentro de unos minutos. Ahora mismo ella duerme tranquila en el sofá de su casa tras una larga jornada de trabajo, mientras él, sentado en la terraza de la cafetería en la que han quedado, mira impaciente su reloj un segundo antes de la detonación.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Garamond, serif;"><b>Relato incluido en el número 28 de la revista <i><a href="https://papenfusslarevista.wordpress.com/papenfuss-electronicos/">Papenfuss</a> </i>(especial 8 de marzo 2021).</b></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><b><span style="font-family: Garamond, serif;"> </span></b></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><br /></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Cambria, serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-63196914546959746992021-03-16T12:52:00.005-07:002021-03-17T04:28:22.700-07:00Posesión desde el más allá<p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyi3vT-v-ie6rLo5y35kr_Bb01NWSLmOZHp8JNZHWL1OG9nX7MiA-XzCHm42YKXGxGSWpkm6YL-tYuNYJwMQchLJqpbhu3kp6UDLTHW74aMmzxLT9ZLcP3JeNyppgWzQnogRy-cEwjN4BM/s612/istockphoto-155391040-612x612.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="408" data-original-width="612" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyi3vT-v-ie6rLo5y35kr_Bb01NWSLmOZHp8JNZHWL1OG9nX7MiA-XzCHm42YKXGxGSWpkm6YL-tYuNYJwMQchLJqpbhu3kp6UDLTHW74aMmzxLT9ZLcP3JeNyppgWzQnogRy-cEwjN4BM/w400-h266/istockphoto-155391040-612x612.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><div><i><span style="font-size: small; font-weight: normal;">Imagen tomada de internet.</span></i></div></td></tr></tbody></table><span style="font-family: helvetica;"><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;">Esa tarde entras en mi gabinete hecha polvo. Tus ojos enrojecidos y esa sombra de infinita tristeza que planea sobre ti delatan tu pena. Te escucho muy atenta cuando me cuentas que hace ya un mes que un infarto se llevó a tu marido y que te sientes incapaz de seguir adelante sin él. Con la esperanza de que al menos puedas dejar de llorar, te propongo invocar su espíritu para que pueda decirte cómo está. Tal vez eso te alivie en cierta manera el dolor. Accedes sumisa y yo intento contactar. Enseguida él se manifiesta y antes de que cualquiera de las dos podamos reaccionar penetra en mi cuerpo con una brutal embestida. La temperatura de la sala se dispara y siento como si una repentina fiebre se apoderara de mí. Mis ojos se giran hacia dentro, dejo la mente en blanco y me abandono a sus salvajes sacudidas. Un reguero de sudor se desliza despacio por mis pechos, atraviesa mi ombligo y se pierde entre mis muslos. En ese instante me sobreviene una fuerte descarga que estremece todo mi ser durante varios minutos. No puedo evitar encadenar una serie de gemidos hasta estallar en un espeluznante alarido animal. Después surge la calma y, con el vello aún erizado, vuelvo en mí. Estoy empapada y exhausta, pero me siento increíblemente satisfecha. Antes de levantarme observo tu rostro, más desencajado incluso que cuando entraste hace un rato, mientras me preguntas que cuánto me debes por la sesión. Entonces me recompongo el moño y te contesto que nada, que en realidad ha sido un verdadero placer y que no dudes en volver por aquí si quieres saber algo de él otra vez.</p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><b><span style="font-family: helvetica;"> </span></b></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-65317105610784475242021-03-11T09:52:00.000-08:002021-03-11T09:52:21.503-08:00Un día cualquiera<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPso_8MatxcPoadY1Mh-3YIf4GXzHrLFA2rX7xjhW-THC_TfU3XBLg9PJSBZGLG3bNhEARBQPoCXBLCBqXss-H5qSOgpaa8xvwLy_SevIE7W_R1PFpNrQU2rK5yd7qpU6XXNcKSwsF48lz/s566/Cartel+5%25C2%25BA+Concurso+Efecto+Mariposa+Premios+%25281%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="566" data-original-width="400" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPso_8MatxcPoadY1Mh-3YIf4GXzHrLFA2rX7xjhW-THC_TfU3XBLg9PJSBZGLG3bNhEARBQPoCXBLCBqXss-H5qSOgpaa8xvwLy_SevIE7W_R1PFpNrQU2rK5yd7qpU6XXNcKSwsF48lz/w283-h400/Cartel+5%25C2%25BA+Concurso+Efecto+Mariposa+Premios+%25281%2529.jpg" width="283" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Permítame el lector que le cuente cómo es un día cualquiera de mi vida sin entretenerme en demasiados detalles. Me levanto temprano, muy temprano, con el único propósito de disfrutar en silencio de un café. Mi pareja (no estamos casados ni asoma intención alguna) trabaja de noche, así es que a veces no coincidimos más allá de una insignificante media hora. Abre la puerta cuando yo estoy preparando el desayuno de los niños, nos besamos, me cuenta cómo le ha ido y en cuanto se va a acostar comienza una frenética carrera para no llegar más tarde que el día anterior al colegio. Despierto a los gemelos la primera vez, y es que puedo llegar a hacerlo hasta tres o cuatro veces más, los visto, los aseo, intento que desayunen sin que la cocina acabe pareciendo un campo de batalla, me visto, me peino, cojo mis bártulos, a los niños, sus mochilas y todos al coche. Conduzco hasta el colegio, aparco en doble fila, desembarco a los nenes y los dejo más o menos a buen recaudo hasta la tarde. Vuelvo a montarme en el coche e invoco a todo el santoral para librarme de cualquier atasco. Llego al trabajo y trabajo, vaya si lo hago, entre ocho y diez horas para volver a casa justo a tiempo de despedirme de mi pareja antes de que se vaya a ganar el pan una noche más. Baño a los niños, les doy de cenar, los acuesto, les leo un cuento, les leo otro, uno más, el último, y lo que queda de mí se arrastra hasta la cama deseando poder dormir toda la noche del tirón, cosa que, será la edad, cada vez ocurre con menos frecuencia.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Y ahora viene el giro final, sorprendente e inesperado de cualquier relato que se precie: soy Luis, el papá de las criaturas y estoy seguro de que hasta esta línea, en tu mente, yo era la mamá del cuento.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><b><i><br /></i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><b><i>Primer premio en la categoría La Rioja del V Concurso Literario Efecto Mariposa «Mujer e igualdad» convocado por la <a href="https://congdcar.org/es/">Coordinadora de ONG de Desarrollo de La Rioja</a> (CONGDCAR).</i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 32px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-70848281269736021082021-01-22T09:51:00.005-08:002021-01-22T09:58:31.083-08:00El secuestro<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGzC4b4C-5TTVR9ISFwaEBykKcnhqXZlHYU0F1d35p-CfRimDUCOPYg7l3Jwb4Rkin8q6KAeTT7Ab3HE4MBPwGFXYzkNZvQVFiIgej-xbeUQCL0H6kP3XEgh4BMSIlxFRlqkXIhxDLeG_I/s910/5424745689_4fc7660f24_b.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="350" data-original-width="910" height="154" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGzC4b4C-5TTVR9ISFwaEBykKcnhqXZlHYU0F1d35p-CfRimDUCOPYg7l3Jwb4Rkin8q6KAeTT7Ab3HE4MBPwGFXYzkNZvQVFiIgej-xbeUQCL0H6kP3XEgh4BMSIlxFRlqkXIhxDLeG_I/w400-h154/5424745689_4fc7660f24_b.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p><br /></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Cuando llama por primera vez, le prometo que haré todo lo posible y le pido un poco de paciencia, a fin de cuentas mi marido solo lleva desaparecido una semana. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Para ganar algo más de tiempo, durante la segunda llamada veintidós días más tarde, le digo que quiero una prueba de que en realidad lo tiene secuestrado a él. ¿Qué tal un dedo?, sugiero. El dedo anular, ese en el que lleva el anillo de casado, el mismo anillo que seguro que esconde en los encuentros con sus múltiples amantes. Incluso, si quiere, la mano entera estaría bien. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Dos meses después el secuestrador insiste con una llamada más. Le cuento que ya me he acostumbrado a vivir sin él y esta vez, antes de colgar, le grito que por favor no se le ocurra volver a molestar a la hora de la siesta.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><b><i><br /></i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><b><i>Microrrelato finalista en la convocatoria de diciembre en el X Concurso de <a href="http://lamicrobiblioteca.blogspot.com/p/micro-concurs.html">La Microbiblioteca</a>.</i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-54046049214068419792021-01-11T03:29:00.001-08:002021-01-11T03:29:04.372-08:00En la cocina<p> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA9loHrjOilQTMtBUU2dg7lqyhXawYAdfqAlUWE2x4LIQX_0XRNgcH8b2XA41Zb1yM0ibbd4d6Ln-0lzV2Q0lkVU_a6I0ZESJEgrUWePXNeY9qpG24z1WQeYQn0p9vF9-CjJGpk8clCcfD/s678/1589125755163.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="381" data-original-width="678" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA9loHrjOilQTMtBUU2dg7lqyhXawYAdfqAlUWE2x4LIQX_0XRNgcH8b2XA41Zb1yM0ibbd4d6Ln-0lzV2Q0lkVU_a6I0ZESJEgrUWePXNeY9qpG24z1WQeYQn0p9vF9-CjJGpk8clCcfD/w400-h225/1589125755163.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Imagen tomada de la red.</td></tr></tbody></table><br /></p><p><br /></p><p><span style="font-size: x-large;">El comino es el condimento más despreocupado de la cocina.</span></p><p><br /></p><p><i><b>Greguería destacada por el jurado en el II Concurso de Greguerías del club de escritura Fuentetaja.</b></i></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-32165672565228502022021-01-08T04:30:00.000-08:002021-01-08T04:30:47.805-08:00Secretos de familia<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYaNAO2jIEWqTQ8dcX1mNwPVJXuhjzcPaEV6M0vCnQAOGBhekYXyQ6FYlZHVb904yfvt-bA8j1_sbkNpWQhj7AQhqy4vktZLvfGrG5Ol4KRh21_D-uI4DiXLnTXIMGVbMPVEfPo0d7NB_C/s1600/1c460d87-0872-418b-b74d-527ccda00f23.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1600" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYaNAO2jIEWqTQ8dcX1mNwPVJXuhjzcPaEV6M0vCnQAOGBhekYXyQ6FYlZHVb904yfvt-bA8j1_sbkNpWQhj7AQhqy4vktZLvfGrG5Ol4KRh21_D-uI4DiXLnTXIMGVbMPVEfPo0d7NB_C/w400-h400/1c460d87-0872-418b-b74d-527ccda00f23.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif"><span style="font-size: large;">«Que sepas que su preferido soy yo», grita Gustavo cuando nos enfadamos, y yo, rabiosa, le muestro el dedo corazón. Es cierto que, desde que mamá murió, papá pasa la mayor parte del día con él: juegan al fútbol, repasan la lección y hasta le está enseñando a pescar. Lo que mi hermano no sabe es que eso mismo es lo que papá me dice a mí cada noche cuando se cuela en mi habitación. Aunque, claro, tal y como me hizo prometer, no se lo puedo contar a nadie, ni siquiera al tonto de Gustavo.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><b><i>Microrrelato finalista en el Tercer Concurso de Microrrelatos «100 palabras de corazón» de <a href="https://www.ellibroferoz.com">El Libro Feroz</a>.</i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p> </o:p></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7878879930941642910.post-18843657171970561092021-01-07T07:48:00.001-08:002021-01-07T07:49:02.472-08:00Amante voraz<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaIrZ0VaQdhnLjqTViZC7DlfqjCebtz1bXIWhHWF2Ek862LbsBMFMB7SJfLRTVcfG9uMr2OWffzJDEqXXNOiXjPg1XF4WHm-BpGPkw710TSKTS1l_-Sflv8cdhO0ob1EAwQ1rJVB4T8Q3f/s450/portada_relatos_nada_sexis-300x450.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="450" data-original-width="300" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaIrZ0VaQdhnLjqTViZC7DlfqjCebtz1bXIWhHWF2Ek862LbsBMFMB7SJfLRTVcfG9uMr2OWffzJDEqXXNOiXjPg1XF4WHm-BpGPkw710TSKTS1l_-Sflv8cdhO0ob1EAwQ1rJVB4T8Q3f/w266-h400/portada_relatos_nada_sexis-300x450.jpg" width="266" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 24px; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Está ante mí, en mi propia habitación, y apenas puedo creerlo. Es ella, la mujer de mis sueños. No, qué va, es mucho mejor que la mujer que hasta ahora ha protagonizado todas mis fantasías. Y no es que sea grande, es que es enorme, inmensa, más aún, es mastodóntica.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Baila para mí, le digo, y ella se contonea de forma torpe haciendo temblar el suelo. El suave bamboleo de sus carnes me mantiene hipnotizado frente a ella. Permanezco unos minutos más sentado en la butaca, disfrutando de un espectáculo que me gustaría que durara hasta el amanecer. Mejor todavía, que no acabara nunca. Ella sonríe mientras me muestra su cuerpo desnudo sin ningún pudor. Gira sobre sí misma y se deja caer encima de la cama. Por un instante temo que el viejo mueble no aguante su peso, pero lo hace, no sin antes quejarse con un estremecedor crujido.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Mi diosa yace sobre la cama y yo la tengo como el mástil de un barco, como un ariete vikingo, como un misil a punto de explotar. Me levanto y me dirijo hacia la cama. El espejo del armario me devuelve una imagen un tanto ridícula: un hombre enclenque, flaco y desgarbado empuñando, eso sí, un más que honroso sable.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Mi reina espera impaciente. Escalo su cuerpo y me tumbo sobre ella. Mi cabeza permanece enterrada entre sus pechos y pienso que no me importaría morir asfixiado entre ellos. Sería una muerte tan dulce. Me dejo envolver por su olor a gel de baño, a crema, a perfume y a sudor. Su piel es suave como la de un melocotón, incluso tiene la misma pelusa en los brazos, en el vientre y sobre el labio. La recorro con mis manos, incapaces de abarcarla todo lo que yo quisiera, mientras ella deja escapar intensos gemidos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Me gusta, susurra, y yo intento imaginar cosas horribles, terribles tragedias, pienso en recibos impagados, me esfuerzo en visualizar mujeres delgadas con las costillas sobresaliendo de su piel… Pero todo es en balde. Como un quinceañero, como un vulgar principiante, me dejo ir sobre su cuerpo. No me atrevo a mirarla a la cara, no quiero ver la decepción en sus ojos, de manera que repto hacia abajo y buceo entre sus piernas.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Lamer, chupar, sorber, libar, succionar, me repito mentalmente como un mantra, mientras siento cómo su cuerpo se retuerce.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Lamer, chupar, sorber, libar, succionar, y sus gemidos van aumentando al mismo ritmo que lo hacen mis lametones.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Lamer, chupar, sorb… y mi cabeza queda atrapada entre sus muslos. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Puedo sentir la tibieza de su carne, la humedad que se escapa de su sexo, y es entonces cuando me dejo atraer por ese mar de placer que aguarda dentro de ella. Cojo aire y me sumerjo, muy despacio, mientras la enorme mujer comienza a gritar de placer. Con cada contracción de su pelvis avanzo un poco más a través de ese cálido pasillo hasta que, algo o alguien desde su interior y de un brusco tirón, me saca de mi éxtasis.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">—Bienvenido, amigo —me saluda un señor de enorme bigote enfundado en un albornoz—. Póngase cómodo, enseguida le presento al resto. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Al fondo, una señora en bata y un joven en pijama de cuadros me saludan con una desbordante alegría.</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><br /></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="font-family: georgia;"><b><i>Relato incluido en la antología «Relatos nada sexis» publicado por <a href="https://menadeseditorial.com/products-page/">Editorial Ménades</a>.</i></b></span></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"> </span></p>Rakel Ugarrizahttp://www.blogger.com/profile/02925563673357582536noreply@blogger.com0