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Mostrando entradas de junio, 2017

Agotamiento extremo

Clara, mi mujer, vivía permanentemente cansada. Es por eso que, aquella tarde, al llegar a casa, no me extrañó encontrarla durmiendo en el sofá. Preparé la cena e intenté despertarla, pero lo único que obtuve fue una sarta de exabruptos que preferí ignorar.              A partir de entonces hubo muchos otros intentos, si bien es cierto que, a medida que el tiempo pasaba, mis métodos tendían a ser más radicales: de las caricias, los susurros y las cosquillas, pasé a taparle la nariz, darle fuertes meneos o gritar hasta quedarme afónico. Nada la despertó. Cuando la desesperación se convirtió en angustia, hice pasar por aquel sofá a varios médicos que, sin excepción, dictaminaron que se trataba de un caso de agotamiento extremo. Nada que una buena cura de sueño no pudiera remediar. Tuve, poco a poco, que aprender a convivir con aquella nueva mujer, más silenciosa y menos divertida, pero no por eso quise renunciar a todos nuestros planes. Los días pasan rápido. Demasiado. C