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Mostrando entradas de marzo, 2021

La cita

  Las sirenas de las ambulancias detonarán el silencio de su casa. Ella se despertará asustada. Observará a su alrededor y, tras unos segundos de desconcierto, recordará que se quedó dormida en el sofá. Mirará su reloj y descubrirá que ya no podrá llegar a tiempo a la cita. Hace más de media hora que tendría que haberse encontrado con él. Se pondrá furiosa consigo misma y cuando se disponga a buscar su móvil entre los cojines, las imágenes del televisor captarán toda su atención.  Enseguida reconocerá la cafetería en la que han quedado. Verá cómo el cartel con el nombre del local cuelga ahora a lo largo de la fachada siguiendo un rítmico vaivén, como el de un cuerpo recién ahorcado. Mirará incrédula cómo han desaparecido los cristales que antes resguardaban la terraza, dejando al desnudo una estructura metálica retorcida de forma absurda, y aún le costará un momento reconocer que los bultos que yacen en el suelo, bajo los cristales, entre el amasijo de lo que antes fueron sillas y mesa

Posesión desde el más allá

Imagen tomada de internet. Esa tarde entras en mi gabinete hecha polvo. Tus ojos enrojecidos y esa sombra de infinita tristeza que planea sobre ti delatan tu pena. Te escucho muy atenta cuando me cuentas que hace ya un mes que un infarto se llevó a tu marido y que te sientes incapaz de seguir adelante sin él. Con la esperanza de que al menos puedas dejar de llorar, te propongo invocar su espíritu para que pueda decirte cómo está. Tal vez eso te alivie en cierta manera el dolor. Accedes sumisa y yo intento contactar. Enseguida él se manifiesta y antes de que cualquiera de las dos podamos reaccionar penetra en mi cuerpo con una brutal embestida. La temperatura de la sala se dispara y siento como si una repentina fiebre se apoderara de mí. Mis ojos se giran hacia dentro, dejo la mente en blanco y me abandono a sus salvajes sacudidas. Un reguero de sudor se desliza despacio por mis pechos, atraviesa mi ombligo y se pierde entre mis muslos. En ese instante me sobreviene una fuerte descarga

Un día cualquiera

  Permítame el lector que le cuente cómo es un día cualquiera de mi vida sin entretenerme en demasiados detalles. Me levanto temprano, muy temprano, con el único propósito de disfrutar en silencio de un café. Mi pareja (no estamos casados ni asoma intención alguna) trabaja de noche, así es que a veces no coincidimos más allá de una insignificante media hora. Abre la puerta cuando yo estoy preparando el desayuno de los niños, nos besamos, me cuenta cómo le ha ido y en cuanto se va a acostar comienza una frenética carrera para no llegar más tarde que el día anterior al colegio. Despierto a los gemelos la primera vez, y es que puedo llegar a hacerlo hasta tres o cuatro veces más, los visto, los aseo, intento que desayunen sin que la cocina acabe pareciendo un campo de batalla, me visto, me peino, cojo mis bártulos, a los niños, sus mochilas y todos al coche. Conduzco hasta el colegio, aparco en doble fila, desembarco a los nenes y los dejo más o menos a buen recaudo hasta la tarde. Vuelvo