Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2014

En el gimnasio

El cuadrado es un círculo musculado. Mención especial del jurado en el I Concurso de Greguerías Contemporáneas convocado por el Club de Escritura Fuentetaja.

Dulces sueños

Hoy hace tres años de mi encierro. Me marea pensar lo deprisa que transcurre el tiempo, incluso cuando una solo se dedica a verlo pasar. Agorafobia, dictaminó la psiquiatra, después de varios ataques de pánico en mitad de la calle. Tras el diagnóstico me rebelé, pero pasados algunos intentos, todos ellos infructuosos, por volver a salir, decidí permanecer en casa, el único lugar del mundo en el que me siento a salvo. Dentro de la vorágine que supone esta enfermedad, los primeros meses fueron, sin duda, los más llevaderos. Recibía visitas a menudo, constantes llamadas y mis requerimientos eran satisfechos con más o menos rapidez por la mayoría de mis conocidos. Sin embargo, la paciencia es una cualidad de duración finita y hoy por hoy, pasan semanas sin que nadie pise mi casa. El teléfono también hace ya mucho tiempo que dejó de sonar. Durante el día paso las horas sentada frente al televisor, esperando la llegada de algún milagro o de un rayo mágico capaz de reiniciar mi cerebro

Un nuevo caso

El día se presentaba realmente duro para el detective Ricardo Terroso. La resaca le estaba partiendo en dos y para colmo no conseguía encontrar su preciado Zippo . Doce años llevaba encendiendo todos sus cigarrillos con aquel maldito mechero que ahora no aparecía. Iba ya por la enésima vuelta a su despacho cuando su ayudante irrumpió en él. Aquel novato sabelotodo conseguía sacarlo de quicio con su mera presencia. -Señor, tenemos un nuevo caso –anunció-. Se trata de una prostituta, la tercera en lo que va de mes. El cuerpo ha aparec… -Está bien – le interrumpió-. Cállate ya si no quieres que me explote la cabeza ahora mismo. Veinte minutos más tarde al detective Terroso no le impactó ver el cuerpo mutilado de la mujer, ni siquiera el enorme charco de sangre sobre el que se encontraba. Lo que de verdad le hizo sentir vértigo fue descubrir su mechero bajo aquella desvencijada cama.   Microrrelato finalista en el II Concurso de Microrrelatos de Novela Negra ArtGerust,

A salvo

Marina le hace sentir bien. Ella tiene el don de encontrar las palabras adecuadas, esas que le susurra al oído cada vez que hacen el amor, palabras que le excitan y le ayudan a olvidar su miserable existencia durante un breve lapso de tiempo. Marina es como el buen vino, su sabor permanece en el paladar tiempo después de haberlo saboreado. Ella representa su refugio, allí está a salvo de cualquier problema, alejado de su propia realidad. La costumbre le lleva a visitarla una vez al mes, pero los minutos pasan rápido y ya solo dispone de diez. Suficientes para despedirse y dejar el dinero sobre la mesita de noche, antes de salir de la habitación.

La gente es buena

Ayer estuve en Pamplona, en el barrio de la Txantrea; el de los Barricada, me dice Raúl, y a mí me da la risa (nerviosa). Hace quince días recibí una llamada para comunicarme que había sido la ganadora del IX Certamen Literario Sagrario Resano en la modalidad de castellano y estas dos últimas semanas las he vivido inmersa en un constante estado de nervios. Ayer tuvo lugar la entrega de premios y, claro, estaba invitada. David, el chico de la asociación cultural con el que hablé, me dio todo tipo de facilidades desde el primer momento. Si quería, podía ir, ellos encantados de recibirme; si no iba, también lo entendían. Si iba y quería decir algo, perfecto y si no abría la boca tampoco pasaba nada. El caso es que a mí el corazoncito me pedía a gritos ir y hablar y dar las gracias y decir que estaba encantada y feliz, pero mi cerebro me mandaba señales contradictorias en forma de angustia permanente. En ningún momento dudé la respuesta (¡claro que iría!) porque no estaba dispuesta a p

Tarde de septiembre

Aunque había sido un día de lo más caluroso, aquella tarde de finales de septiembre, al salir del despacho, comprobé que había refrescado bastante. Aun así decidí acercarme hasta el parque. Últimamente el trabajo en el bufete me resultaba de lo más estresante, creo que me afectaba demasiado ver ante mí a toda esa gente desencajada buscando que yo les salvara la vida. Pasear me ayudaría a desprenderme de todo lo negativo de las últimas horas. Inmersa en mi propia burbuja, tardé un tiempo en reparar en la anciana que permanecía sentada en un banco mientras yo rodeaba a buen ritmo el parque una y otra vez. Tal vez fue a la quinta o sexta vuelta cuando me fijé en ella. Tenía el pelo cano, el rostro marcado por cientos de arrugas y la mirada completamente perdida. Me senté en otro banco, enfrente, a pocos metros de distancia y pasé un buen rato mirándola. La mujer apenas se movía, aunque a ratos parecía estar hablando consigo misma e incluso varias veces la vi sonreír. Estaba claro que

Anuncio por palabras

  Aquel anuncio en el periódico, escrito con grandes letras negras, atrajo toda mi atención. “Busco cuarto piso todo interior, treinta metros cuadrados, sin calefacción ni ascensor. Cambio por riñón en perfecto estado. Ayer el banco me pedía los dos.” -¡Jodida crisis!- exclamé, mientras anotaba el teléfono en una servilleta.       Relato ganador del II Concurso Literario "Sea Breve Mobile World Centre" en la categoría de Historia Corta.  

Por una vida mejor

                                                                      8     9       10 Marzo 2014 Querida Maite,                                                                                            Ni siquiera sé qué día es. El tiempo dentro de estas cuatro paredes parece no avanzar nunca. Me olvidé decir “lo siento”, por eso te escribo. Siento mucho lo del atraco, Maite, de verdad, pero quiero que sepas que lo hice por ti. Andábamos tan mal de pasta que no lo pensé demasiado. Además, tú te mereces lo mejor. No soportaba pensar que algún día podría faltarte algo… Aquí la comida no es del todo mala, pero aún así echo mucho de menos tus garbanzos y la paella de pescado que hacías todos los domingos. ¿La sigues haciendo, Maite? Solo de imaginarla ya se me hace la boca agua. Te parecerá mentira, pero he comenzado a estudiar. Yo, que desde que iba al colegio no había vuelto a coger un libro, pero es que necesito llenar las horas del día aquí dentro o acabaré volvién

Carta de amor

Mi estimado Emilio,   Tenga usted a bien leer esta misiva hasta el final, antes de hacerse una idea equivocada de mis propósitos, si bien no son otros que expresarle mi eterna gratitud por los magníficos momentos pasados junto a su persona y el exquisito trato con el que ha llevado mi caso. Como bien recordará, fue hace un par de meses cuando acudí a su despacho, por recomendación de una amiga en común, para que pudiera tramitar mi divorcio. Tuvo usted a bien recibirme al momento y yo no sé, pero fue cruzar esa puerta y mi vida cambió. Y no lo digo por lo de la ruptura de mi relación, puesto que tal cosa hacía tiempo que ya no tenía remedio y tan solo se trataba de formalizar legalmente la situación. No, de lo que le hablo es de algo que va más allá de mi entendimiento. Lo que yo sentí nada más verle es que ya nos conocíamos, que ambos ya habíamos coincidido en vaya usted a saber qué momento, instante o vida pasada. Y créame si le digo que en temas religiosos soy una persona

Instrucciones

Estaba deleitándome con un vino de Navarra cuando sonó el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me dijo: es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo. -¿Cuál es el problema, Elvira?- dije en un   tono hastiado. -¿Qué narices es esto, Bárbara? ¿Puedes explicarme qué es esta carta exactamente? -Bueno, no es una carta, sino unas pequeñas instrucciones, creo que lo pone bien clarito. Además, la idea es que encontraras la botella mañana, no esta noche. -Pero, pero… -Mira, Elvira, no quería ser cruel, solo pretendía que nos dejaras disfrutar durante el fin de semana a los dos solos. Ya sabes, sin interrupciones, sin llamaditas, sin falsas alarmas, sin sustos a deshoras. Entiéndelo, mujer, es nuestro aniversario. Mi marido me miraba con los ojos fuera de las órbitas y la boca abierta. Una imagen que esperaba que no se quedase impresa en mi cerebro durante mucho tiempo. -Bárbara, una sola cosa te digo, ojalá no me pase nada durante estos dos días po

Los cuentos de siempre

Me adentré en el bosque , una tarde más, ataviada con mi ajada capa roja. Seguí el camino, el de siempre, tarareando la consabida cancioncilla. Pasado el primer claro, apareció el maldito lobo feroz. Parecía cansado, más que de costumbre, y sus profundas ojeras así lo atestiguaban. Yo también lo estaba. Cansada y harta de las continuas humillaciones sufridas a lo largo de los años. Aquel día solo buscaba una sola cosa: venganza. Así es que, antes de que el lobo abriera su bocaza para preguntarme lo de siempre, saqué el revólver de mi cestita y vacié el cargador sobre su barriga. Después, corrí.

El traje

La proximidad de la navidad le hacía sentir mal porque invitaba a realizar un examen de conciencia del que pocas veces salía bien parado. La interminable lista de buenos propósitos que cada enero se afanaba en confeccionar, resultaba inútil apenas un par de meses después. Ahora, sin embargo, no había tiempo para lamentaciones. Repasó todos los preparativos y cayó en la cuenta de que no recordaba dónde había puesto el tique de la tintorería. Intentó hacer memoria mientras rebuscaba por toda la casa el maldito papel. ¿Dónde lo habría puesto? Abrió el armario y, traje por traje, miró en todos los bolsillos sin resultado. Cruzó los dedos y sacó la ropa húmeda de la lavadora para comprobar que tampoco estaba allí. Tras unos angustiosos minutos, encontró el resguardo bajo el mueble del pasillo, escondido, como queriéndose burlar de él. Demasiadas emociones para un solo día, se dijo justo cuando el teléfono comenzaba a sonar. De mala gana descolgó y escuchó al otro lado la voz de su ayudant

Casanova

Cómo pasa el tiempo , murmura Sebastián frente al espejo, mientras observa unas nuevas arrugas alrededor de sus ojos. Su lista de amantes a lo largo de estos años parece infinita, pero el tiempo no pasa en balde y, ahora ya, se encuentra sin fuerzas suficientes para enamorar a ninguna otra mujer. Demasiado tiempo embaucando lindas mujeres, haciéndolas creer que su amor sería eterno, que permanecería por siempre junto a cada una de ellas; y eso hacía, sí, hasta que en el camino aparecía una más y con ella se evaporaban todas las antiguas promesas de amor. Pero ahora, en unos minutos, se producirá su última cita. Sebastián se afeita con sumo esmero y se perfuma. Se viste con un elegante traje gris comprado para la ocasión, se anuda al cuello su corbata favorita y se dirige a la azotea del edificio. Cuando llega a la cita, ella ya está allí esperando. Siempre tan puntual. Sebastián se encarama al muro y, antes de saltar, saluda con una leve inclinación de cabeza a la bella dama de