Ir al contenido principal

Por una vida mejor


                                                                    8    9     10 Marzo 2014

Querida Maite,                                                                                          

Ni siquiera sé qué día es. El tiempo dentro de estas cuatro paredes parece no avanzar nunca.

Me olvidé decir “lo siento”, por eso te escribo. Siento mucho lo del atraco, Maite, de verdad, pero quiero que sepas que lo hice por ti. Andábamos tan mal de pasta que no lo pensé demasiado. Además, tú te mereces lo mejor. No soportaba pensar que algún día podría faltarte algo…

Aquí la comida no es del todo mala, pero aún así echo mucho de menos tus garbanzos y la paella de pescado que hacías todos los domingos. ¿La sigues haciendo, Maite? Solo de imaginarla ya se me hace la boca agua.

Te parecerá mentira, pero he comenzado a estudiar. Yo, que desde que iba al colegio no había vuelto a coger un libro, pero es que necesito llenar las horas del día aquí dentro o acabaré volviéndome loco. Tal vez le coja gusto y al final consiga llegar a ser abogado o notario para poder darte una vida mejor.

Te amo con locura.
                                                                                                     Armando


PD: Ven a verme, por favor. Hace ya tres meses que no sé nada de ti.                
Carta seleccionada para su publicación en la Antología del I Concurso de Cartas Breves "Me olvidé decir..." convocado por Letras con Arte.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Truco o trato?

  Vampiros, momias, fantasmas y muertos vivientes esperaban con ansia la llegada de la noche más escalofriante del año. Solo entonces daban rienda suelta a su lado más oscuro y se disfrazaban de abogados, oficinistas o escritores mediocres. Microrrelato ganador mediante votación popular del Concurso de Microrrelatos Espeluznantes en las 100 Tiendas.

Una familia unida

  Tras el naufragio pudimos sobrevivir en aquella pequeña isla tanto tiempo gracias a papá. Eso creemos todos, aunque es cierto que también resultó de gran ayuda que Luis, el mayor, supiera cómo encender un fuego; que mamá afilara con semejante empeño aquella piedra hasta lograr que cortara mejor que cualquier cuchillo jamonero; o que Marta demostrara esa sangre fría pese a ser la más pequeña y su favorita. Sin embargo, antes de todo eso, fue a mí a quien le tocó el arduo papel de explicarle lo difícil que nos iba a ser continuar allí sin él. Microrrelato finalista en el X Certamen de Microrrelatos del Ateneo de Mairena.

Una férrea educación

«Blanco o negro, vivir o morir...; se trata de tomar decisiones y actuar», gritaba mi padre furioso cada vez que me veía dudar.      Los baños diarios en el mar, incluso durante el invierno, o la prohibición de mostrar mis sentimientos, ni siquiera durante el funeral de mamá, formaban también parte de su empeño en convertirme en un hombre de verdad, útil para este mundo. Así es que estoy seguro de que se sintió realmente orgulloso de mí cuando permanecí sentado en la arena, impasible ante sus súplicas, mientras se ahogaba aquella fría tarde del mes de abril. Microrrelato seleccionado para su publicación en la antología 100 palabras para un mundo   de El Libro Feroz Ediciones .