«Me lo llevo todo», dijo el cliente entusiasmado.
El vendedor, entonces, sacó del almacén un montón de cajas de cartón y las llenó con ropa, complementos, algún que otro maniquí, varias estanterías, mi bolígrafo azul, mi cuaderno de tapas grises y, justo al final, empaquetó a este estupefacto escritor.
Microrrelato presentado al VI Certamen de relatos YK Accesorios.
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La cultura está a precio de saldo, pero la imaginación no se vende.
ResponderEliminarUn abrazo.