Cada mañana a la misma hora subes al tren y
tras sentarte dejas caer tu mirada sobre mí. No tardes mucho, me digo, pues apenas dispongo de unos cuantos minutos al día para captar tu
atención. Tu rostro serio y somnoliento, al principio, va revelando poco a poco
cierto interés por mí. Advierto leves gestos de asombro e incluso, en algún
momento, hasta me regalas una bella sonrisa. Pero el hechizo se rompe pronto,
siempre con el anuncio de la próxima parada. Posas entonces el marcapáginas
sobre mí y nos despedimos hasta el siguiente viaje de vuelta.
Microrrelato seleccionado para su publicación en el II Concurso internacional de microcuentos convocado por Ediciones con Talento.
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