El reloj avanza. Su cuerpo se
repliega. Agotado, se tumba en la cama. Ya solo emite ininteligibles balbuceos.
Advierte cómo su entrepierna se humedece sin mojar la cama y sus manos
arrugadas descubren el pañal que lo envuelve. Su desgarrador llanto inunda la
habitación. Nadie acude. Comprende entonces que la cuenta atrás ha comenzado.
El anciano cierra los ojos y se deja llevar. Un único deseo: terminar tal y
como todo comenzó, acurrucado en los brazos de su madre.
Microrrelato seleccionado para su publicación en el certamen "Reloj de sol" convocado por Letras como Espada.
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