Cada mañana se presentaba
como un nuevo reto con aquella amplia variedad de sombreros a mi total
disposición. En apenas unos minutos mi aspecto se transformaba de la manera más
radical y sentía cómo, bajo aquella prenda, podía ver la vida de distintas
maneras. Las boinas de vivos colores me provocaban unas irrefrenables ganas de
seducir. Las pamelas, en cambio, me daban un aire de sofisticación y elegancia
imposibles de conseguir de ninguna otra manera. Ahora bien, con lo que más disfrutaba,
sin lugar a dudas, era con las miradas ajenas. Me provocaba un inmenso placer advertir
cómo las mujeres envidiaban mi aspecto y la forma en que, mediante leves
codazos en las costillas de quien las acompañaba, señalaban mi presencia. Y
así, un día tras otro, siempre había alguien al otro lado del escaparate dispuesto
a hacerse con mi sombrero.

Tercer premio en el II Concurso de Microrrelatos "El Folio en blanco" convocado por Cadena COPE Ávila.
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