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Mostrando entradas de 2023

Una férrea educación

«Blanco o negro, vivir o morir...; se trata de tomar decisiones y actuar», gritaba mi padre furioso cada vez que me veía dudar.      Los baños diarios en el mar, incluso durante el invierno, o la prohibición de mostrar mis sentimientos, ni siquiera durante el funeral de mamá, formaban también parte de su empeño en convertirme en un hombre de verdad, útil para este mundo. Así es que estoy seguro de que se sintió realmente orgulloso de mí cuando permanecí sentado en la arena, impasible ante sus súplicas, mientras se ahogaba aquella fría tarde del mes de abril. Microrrelato seleccionado para su publicación en la antología 100 palabras para un mundo   de El Libro Feroz Ediciones .

Silencio

  «Ya estoy aquí», grita una noche más al llegar a casa. Lo hace con la esperanza de recibir una respuesta que le demuestre que su mujer ya ha olvidado la última pelea. Ella es demasiado cabezona y eso, la mayoría de las veces, a él le hace perder los nervios. Que luego a todas se les llena la boca con la tontería esa de la igualdad, pero ya le gustaría a él quedarse en casa y que fuera ella la que saliera a partirse el lomo cada día.  Hoy parece que tampoco se va a dignar a contestar, así es que va hasta el dormitorio, se asoma y comprueba que sigue inmóvil sobre la cama, en esa postura imposible para cualquier cuerpo. Le repite que ha llegado y, ante su obstinado silencio, enseguida cierra la puerta porque tras cuatro días el olor ahí adentro comienza a ser realmente insoportable. Seleccionado para su publicación en la antología del II Certamen de Microrrelatos Feministas de la Universidad de La Rioja.      

Caído del cielo

  I Suena el teléfono por tercera vez. El hombre se resiste a salir de la cama en la que lleva tumbado los últimos días. Su piel y las sábanas arrugadas bajo las que se esconde del mundo comienzan a rezumar el mismo hedor. La habitación permanece a oscuras, la persiana bajada y la puerta cerrada no le permiten adivinar si es de día o de noche. El teléfono vuelve a sonar. Hace un esfuerzo titánico para levantarse y arrastra los pies a lo largo del pasillo hasta alcanzar el aparato. El resto de la casa permanece también en penumbra, está anocheciendo. Por fin descuelga. Al otro lado su madre se muestra preocupada por él. Sabe que lo está pasando mal, pero eso no le da derecho a desaparecer, a no dar señales durante días, a olvidarse de ella, a hacer como si el resto del mundo no existiera, le recrimina. Vendrás a cenar, le ordena. El hombre camina despacio, con la mirada ausente, como un autómata. Justo antes de llegar al portal de la casa de sus padres escucha cómo alguien lo llama por

Amor animal

  Ronroneamos y lamemos nuestros pelajes cariñosamente  hasta que aquellos instintos que creíamos ya olvidados se van despertando. Poco a poco, mientras frotamos cada vez con más fiereza los hocicos, nuestro propio olor nos permite reconocernos. Es entonces cuando las caricias se vuelven rudas y las dentelladas violentas, dando paso a un sexo salvaje y animal. A la mañana siguiente, tras despertar espalda contra espalda, cada uno se cura sus propias heridas y volvemos a sumergirnos en los tediosos quehaceres diarios, sin apenas reparar el uno en el otro, hasta la próxima luna llena. Microrrelato ganador en la final semanal (semana 23) de la XVI Edición de Relatos en Cadena de Cadena SER y Escuela de Escritores.

El gran truco final

  El mago esperaba con paciencia escondido dentro de aquel sombrero de copa, un poco estrecho y bastante oscuro. Cuando, con una enorme destreza, aquel conejo blanco lo sacó de allí agarrado por su frondoso bigote negro, el público les dedicó una fervorosa ovación. Microrrelato presentado al IX Certamen de Relatos YK Accesorios.

Una luz en el cielo

  Nos quedamos a dormir afuera por si la volvíamos a ver sobrevolando nuestro jardín. Mi marido creía de verdad que lo que habíamos avistado un par de días atrás no era una simple estrella fugaz. Estaba obsesionado con los extraterrestres y sus naves espaciales, por eso se pasaba las noches con la mirada perdida en el cielo. Los niños y yo nos partíamos de risa y a escondidas nos burlábamos de él. Aquella noche, entró en casa un momento para coger una cerveza. Cuando volvió me encontró muda, no supe cómo explicarle que al final él tenía razón y que, antes de abducir a los pequeños, prometieron volver a por nosotros lo más pronto posible. Microrrelato mencionado por el jurado del X Concurso de Microrrelatos «Realidad ilusoria». Los relatos premiados  y seleccionados pueden leerse  aquí .

Ronquidos

A sus sesenta años no había cometido la frivolidad de llegar ni hasta las tres horas de sueño continuo. Es por esto que intentaba descansar durante el día, incapaz de hacerlo por la noche debido a los terribles ronquidos de su marido, esos gruñidos espeluznantes más propios de cualquier bestia salvaje que de un hombre civilizado. Empezaban como leves soplidos que poco a poco iban ganando fuerza y volumen hasta hacerse insoportables. Nada conseguía acallarlos, ni los chasquidos con la lengua ni los codazos en las costillas. Nada. Y aunque siempre había sido así, ella jamás se acostumbró a semejante tortura. Mucho menos desde que cada noche los empieza a escuchar, sin excepción, a las dos de la madrugada: la hora exacta en la que hace cuatro meses enviudó.

Frases hechas

  Siempre me has asegurado que tu amor es inmenso como este edificio e infinito como el universo, que me quieres tanto que morirías por mí. Se te llena la boca proclamando a los cuatro vientos que eres un hombre que siempre cumple sus promesas y que jamás me defraudarás. Pues bien, Julián, yo te digo que las palabras se las lleva el viento y que, en realidad, el movimiento se demuestra andando, así que haz el favor ahora mismo de vestirte y de salir por esa ventana; mi marido hace tiempo que anda con la mosca detrás de la oreja y el portero acaba de avisarme de que en este momento está subiendo por el ascensor. Microrrelato seleccionado para su publicación en la antología del IV Concurso Literario Camp del Turia.