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Mostrando las entradas etiquetadas como Zenda

Puro veneno

  Mamá estaba hecha de historias y olía a papel impreso, pero desde hacía unos meses parecía no encontrarse demasiado bien. Fue durante el último verano que pasamos los tres juntos cuando nos dimos cuenta de que su amor por los libros se había descontrolado. Al descubrir el estropicio que mamá había preparado en la cuenta corriente, papá me cogió de la mano y pasamos toda una calurosa tarde de agosto de librería en librería mostrando su foto para que no la dejaran entrar más. No me atreví a contarle que hacía ya un tiempo que mi hucha cada vez pesaba menos. En esos días las peleas entre ellos se volvieron constantes. Él intentaba de mil maneras distintas que ella sacara su cara de entre las páginas y nos prestara algo de atención, pero nunca tuvo éxito. Así es que al final le dio a elegir, o ellos o nosotros. Salimos perdiendo. Una noche a principios de septiembre no volvió y al día siguiente papá se deshizo de todos los libros que invadían la casa, o eso creyó. Escondí uno porque ...

Malos tiempos

Foto tomada de internet Tiende la capa y los calzones, es la tercera vez que lava el uniforme en estas tres últimas semanas, pero en algo tiene que emplear las horas. Tantos días encerrado empiezan a pesarle. Corren malos tiempos para los superhéroes: con las calles vacías de delincuentes no hay nada que hacer, además sabe que se arriesga a una buena multa si lo pillan volando por ahí, y no está la cosa como para desembolsar euros a lo tonto. Ni siquiera los suicidas se animan a lanzarse desde los balcones, así es imposible salvar a nadie. Ahora esos mismos balcones se han convertido en lugares de encuentro adonde acudir puntuales cada día para aplaudir y poner cara a los vecinos que hasta hace muy poco eran prácticamente invisibles. Que parece mentira que haya tenido que avecinarse el apocalipsis para darse cuenta de que contra este enemigo no puede hacer nada y que la categoría de superhéroe se le ha quedado grande. Es hora de dejarse cuidar y ponerse en sus manos: en las ...

Resaca marina

El capitán no conseguía recordar nada de la noche anterior, tan solo el espantoso calor que todavía se empeñaba en continuar pegado a su piel. Se había despertado con la boca tan seca que bien podría haberse pasado todas esas horas mascando serrín. Aun así, cogió aire, cerró los ojos y sopló las velas, pero el barco no se movió. La maldita resaca le había dejado sin fuerzas y apenas podía pensar con claridad. Es cierto que sus excesos con la bebida nunca acababan bien –peleas con su tripulación, pérdidas de rumbo, cortes, fracturas y hasta un naufragio en alta mar–, pero esta vez había llegado demasiado lejos: por muchas vueltas que le diera no alcanzaba a entender cómo demonios había terminado encallado dentro de esa botella. #UnMarDeHistorias