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Foto tomada de internet |
Tiende la capa y los calzones, es la tercera vez que lava el uniforme en estas tres últimas semanas, pero en algo tiene que emplear las horas. Tantos días encerrado empiezan a pesarle. Corren malos tiempos para los superhéroes: con las calles vacías de delincuentes no hay nada que hacer, además sabe que se arriesga a una buena multa si lo pillan volando por ahí, y no está la cosa como para desembolsar euros a lo tonto. Ni siquiera los suicidas se animan a lanzarse desde los balcones, así es imposible salvar a nadie. Ahora esos mismos balcones se han convertido en lugares de encuentro adonde acudir puntuales cada día para aplaudir y poner cara a los vecinos que hasta hace muy poco eran prácticamente invisibles. Que parece mentira que haya tenido que avecinarse el apocalipsis para darse cuenta de que contra este enemigo no puede hacer nada y que la categoría de superhéroe se le ha quedado grande. Es hora de dejarse cuidar y ponerse en sus manos: en las de Charo, la cartera; o en las de Eladio, el chico del súper; y, cómo no, en las de Marta, la doctora de urgencias, y en las de tantísimos otros.
Al fin y al cabo durante la cuarentena ha descubierto que no se le da nada mal la repostería. Tal vez con ella pueda ganarse la vida cuando todo esto pase.
#NuestrosHéroes
Es hora de descubrir horizontes impensables en el corazón de cada superhéroe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por «pasearte» por aquí, José Antonio. Espero que tú y tu gente os encontréis bien en estos días tan locos.
ResponderEliminarUn abrazo bien gordo.