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Instrucciones


Estaba deleitándome con un vino de Navarra cuando sonó el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me dijo: es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo.

-¿Cuál es el problema, Elvira?- dije en un  tono hastiado.

-¿Qué narices es esto, Bárbara? ¿Puedes explicarme qué es esta carta exactamente?

-Bueno, no es una carta, sino unas pequeñas instrucciones, creo que lo pone bien clarito. Además, la idea es que encontraras la botella mañana, no esta noche.

-Pero, pero…

-Mira, Elvira, no quería ser cruel, solo pretendía que nos dejaras disfrutar durante el fin de semana a los dos solos. Ya sabes, sin interrupciones, sin llamaditas, sin falsas alarmas, sin sustos a deshoras. Entiéndelo, mujer, es nuestro aniversario.

Mi marido me miraba con los ojos fuera de las órbitas y la boca abierta. Una imagen que esperaba que no se quedase impresa en mi cerebro durante mucho tiempo.

-Bárbara, una sola cosa te digo, ojalá no me pase nada durante estos dos días porque estoy segura de que no te gustaría cargar con ninguna desgracia sobre tu conciencia.

Y colgó

-Tu madre es una dramas- comencé a explicarle a mi marido-. Ayer le escribí un puñado de recomendaciones en un folio y lo metí en una botella vacía, con la idea de que lo viera al ir a tirar el vidrio. Lo hice por si le pasaba algo de lo que siempre le ocurre cuando decidimos irnos fuera de la ciudad. No escribí nada extraño, solo que si le duele algo se tome un paracetamol, que si le sigue doliendo llame a urgencias, que no se suba a una escalera para limpiar ninguna lámpara al menos hasta el lunes, que no deje ningún grifo abierto ni la comida en el fuego si sale de casa y que no nos llame bajo ningún concepto durante dos días. Ya sabes, amor, que yo no tengo nada contra tu madre, pero sí contra su manía de aguarnos la fiesta. Anda, cierra ya la boca y sírveme otro vino, por favor.

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