El
desgarbado cadáver del asistente social descansa, al fin, dentro de la bañera.
Esta vez ha sido más complicado; la anterior, una mujercita menuda, apenas
opuso resistencia. Me aseguro de que el pestillo del baño está echado y miro
con resignación la caja de herramientas. No sé por dónde empezar. Tengo que
deshacerme de la inerte mole antes de las ocho para poder bañar a Nico, darle
de cenar y acostarlo a las nueve y media. Más tarde idearé una nueva excusa
para no devolverle el niño a mi exmujer. Nunca creí que fuera tan agotador ser
un buen padre.
Microrrelato seleccionado para su publicación en el II Concurso internacional de microcuentos convocado por Ediciones con Talento.
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