La noche del jueves Belinda
y su amante decidieron escaparse juntos. Una hora antes de la huida, limpió el
pescado y lo metió en el horno. Tras fregar lo que había manchado, agarró el
cuchillo más largo que encontró en la cocina, y propinó doce puñaladas a su marido, mientras
este dormitaba en el sofá; ese de cuero blanco que ella tanto odiaba por ser
tan frío en invierno y tan pegajoso en verano, el mismo que su suegra se había
empeñado en regalarles por su décimo aniversario y que ahora permanecía
cubierto de sangre. Tras el crimen, descolgó el auricular del teléfono, marcó
el número de su hijo y cuando contestó, Belinda acertó a decir: “Cariño, la
cena te espera. No tardes, tu padre se enfría”.
Vampiros, momias, fantasmas y muertos vivientes esperaban con ansia la llegada de la noche más escalofriante del año. Solo entonces daban rienda suelta a su lado más oscuro y se disfrazaban de abogados, oficinistas o escritores mediocres. Microrrelato ganador mediante votación popular del Concurso de Microrrelatos Espeluznantes en las 100 Tiendas.
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