Gracias a sus diez años de
profesión, Tomás fue capaz, en pocos minutos, de saber que aquel individuo se
había dado un gran festín apenas unas horas antes. Carne en salsa, tal vez
corzo; algunas piezas de fruta, puede que en almíbar; frutos secos, pistachos
quizá; pescado crudo; y todo ello regado con una cantidad considerable de
líquido, vino tinto aparentemente. En cualquier caso, y pese a su veteranía, la
parte en la que diseccionaba el estómago de los cadáveres que llegaban a sus
manos, seguía resultándole la más desagradable de su labor como forense.
Vampiros, momias, fantasmas y muertos vivientes esperaban con ansia la llegada de la noche más escalofriante del año. Solo entonces daban rienda suelta a su lado más oscuro y se disfrazaban de abogados, oficinistas o escritores mediocres. Microrrelato ganador mediante votación popular del Concurso de Microrrelatos Espeluznantes en las 100 Tiendas.
No me extraña, no se si voy a poder cenar después de pensarlo. Muy buen micro, te he visto en Esta noche te cuento y he venido a conocerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Bienvenida, Asun! Es un verdadero placer tenerte por aquí. Espero que la visita haya sido, al menos, entretenida.
EliminarUn abrazo.